viernes, 28 de noviembre de 2014

Ensayo, Lesly Zabala

La noción de muerte y los múltiples caminos

A lo largo de mi vida académica, se me ha recalcado que la noción de muerte es una característica antropológica que distingue a los seres humanos de otras especies. En las civilizaciones primitivas cuando se inician los ritos alrededor del cuerpo de las personas que fallecen, surge la preocupación por el porvenir de lo que ocupada dicho cuerpo. Desde que nuestros ancestros se preocuparon por ello, se han gestado multiplicidad de formas de asumir el deceso de los humanos. Por un lado, se supone que hay algo más allá de la vida, razón por la cual se gesta un miedo generalizado a lo que nos espera en ese “algo” que es totalmente desconocido; como usualmente nos pasa, los seres humanos tendemos a temer a lo que no podemos conocer. Este miedo lleva a la creación de mitos que nos aseguran una buena muerte, un dejar de ser  bienaventurado y la llegada de la luz, el alma, o esa sustancia que nos hacía vivos, al mejor lugar que exista en el plano de la oscuridad y del misterio. Por otro lado, se asume que es imposible conocer lo que nos depara –si es que algo nos depara realmente lo que lleva a que algunos opten por apostarle a una vida llena de placer. De este modo, la preocupación ya no está en el después, sino en el ahora. Se asegura que si se tiene una vida buena, la muerte será de igual manera. La búsqueda del placer se hace placentera en sí misma. Es este caso, me parece que no hay un temor por morir, en la medida en que se vive de la mejor manera posible. Se acepta, además, que no es posible conocer con certeza eso que desconocemos, por tanto nos enfocamos en proveer y proveernos de los mejores placeres que podamos adquirir. 
De igual manera el deceso de nuestras personas cercanas se convierte en el fin de un ciclo. La nostalgia de la pérdida no se hace insuperable, si se ha vivido a su lado de manera plena. Algunas personas optan por no pensar en ello y obviarlo, otras deciden enfrentarlo de manera tranquila. Sin embargo, ninguna es mejor que la otra. Cada persona define su noción de muerte de acuerdo a los encuentros que le haya propiciado la vida, porque paradójicamente le damos valor a la vida solamente cuando la muerte se nos acerca. Quizás no soportamos la incertidumbre y el misterio de la muerte, pero somos muy tolerantes y asumimos con  menos preocupación las vicisitudes de la vida.

jueves, 20 de noviembre de 2014

Ensayo, Juan Sebastián Navarro

La eudaimonía es un estado de la mente con el cuerpo, relacionado con el placer o la alegría. Cuando me pongo a pensar acerca de todas las cosas que hacemos cada día, las hacemos evitando el dolor y buscando el placer o como lo diría Aristóteles, la eudaimonía es el fin último de todas nuestras acciones.

Razón tenían los filósofos antiguos puesto que no estamos lejos de las escuelas hedonistas. Si bien recuerdo, una escuela era la cirenaica, la cual estipulaba que todos los deseos personales se debían satisfacer de inmediato sin importar el medio y los intereses de los demás. Y la otra escuela, era la epicúrea, cuyo propósito era vivir en continuo placer, sin embargo, a diferencia de los cirenaicos, el problema no era el placer mismo, sino los medios para buscarlo, para encontrarlo.

Somos personas que buscamos el placer y evitamos el dolor. Buscamos los medios necesarios para ser felices, claro está, los buscamos bajo unas leyes, unas reglas. No debemos pasar por encima de los otros para lograr satisfacer nuestras propias metas; algunos lo hacen, pero por lo general se procura no hacerlo.

Ahora bien, vale la pena preguntarse si somos felices. Yo por mi parte puedo atreverme a decir que no. La razón y la explicación consiste en que no podemos llamar a una persona feliz si alguna vez en su vida estuvo triste. Si es feliz, su condición, su esencia, su propiedad es que lo es constantemente. Así como el color azul es ser azul y no rojo, o la esencia del cuadrado es ser una figura geométrica que tiene cuatro lados iguales y además sus cuatro ángulos son iguales y rectos; sí llega a cambiar alguna de sus propiedades deja de ser cuadrado. Por tanto, la persona que es feliz, es feliz y no triste, sus propiedades no pueden cambiar.

Ahora bien, no podemos aseverar que una persona es feliz, aunque haya tenido ratos de felicidad en algunas ocasiones. Pues bien, podemos afirmar que las personas poseen pequeñas alegrías, esa persona está feliz, él o ella tiene pequeñas alegrías. Cualquiera de las afirmaciones anteriores da cuenta que la felicidad es momentánea, es efímera, es de un instante: no podemos llamar a ninguna persona feliz pues cualquier persona que se encuentra viva en este mundo ha pasado por ratos de amargura, tristeza, depresión, etc. Siguiendo la línea anterior, tampoco podemos aseverar que una persona es amargada, es triste, es depresiva, etc. Pues también son estados momentáneos que no definen a la persona, definen su estado momentáneo pero nunca, jamás, lo que realmente es esa persona.

La vida feliz no consiste en vivir con una sonrisa en el rostro, tampoco es vivir con un gesto fruncido, es reconocer que pasamos por diferentes experiencias que siempre son momentáneas, pequeñas, transitorias. A pesar de todo, siempre estamos evitando lo que para nosotros es el dolor, buscando permanecer en lo que para nosotros es el placer y a pesar de que intentamos evitar el dolor, nos topamos con él. Por ello debemos reconocer que la vida consiste en estar en un flujo constante de estados que nunca van a durar más de 100 años, reconocer que estar vivo es tener la facultad de experimentar diferentes sensaciones, algunas agradables otras no tanto.

Meditación, Juan Sebastián Navarro

Las ideas no provienen de la nada

Pienso, pienso que no tengo cuerpo alguno, mis manos, oídos, ojos, dientes, cada hilo de mi cabello, no existe, no está, se esfumo. Niego, niego todo aquello que descansa fuera de mi pensamiento, al negarlo ¿qué queda? No queda nada, podría decir el ingenuo, todo lo sensible se ha desvanecido en el olvido que provocamos en nuestro pensar.

Sin embargo, sigo pensando, algo atrevido y forzoso al reconocer que negué todo por medio del pensamiento pero no lo pude negar a él. Queda el pensamiento, mi propio pensamiento, soy un algo que piensa y ese algo lo reconozco como propio, yo soy un algo que piensa.

Al pensar reconozco que tengo ideas y estas ideas no pueden venir de la nada, pues nada viene de la nada, al reconocer está afirmación noto que poseo ideas de las cosas y si estas no vienen de la nada deben venir de alguna parte, mi imaginación, tal vez. No obstante, mi imaginación puede representar ideas siempre y cuando las imágenes o precisiones que de ellas tenga las haya visto antes. Por ejemplo, para imaginar un castillo de oro no es necesario que exista, tampoco he visto alguna vez alguno, sin embargo, tengo la idea de castillo y de oro y en mi imaginación, y puedo representar la idea de un castillo de oro.

Conjuntamente, las ideas no pueden surgir porque sí. De hecho, la sensación de calor no llega porque sí, llega porque estoy al lado de la pantalla, que emana calor y me veo obligado a creer en esta sensación puesto que existen cosas fuera de mí que me envían sus representaciones, por medio de los órganos de los sentidos. Si las ideas no llegan solas, no provienen de mi imaginación sino de una representación que alguna vez capté.

En estos momentos surge en mí la idea de una substancia finita cuya esencia alguna vez se verá en el abismo de la nada, pues dejará de ser. Pero qué sucede con la idea que tengo de una sustancia infinita, porque yo como sustancia finita la comprendo en la medida que yo soy finito, pero la idea de sustancia infinita no puede provenir ni de mi imaginación, ni de la nada, esta idea debe provenir de una substancia infinita y que siempre se le ha entendido así, Dios.

Para que una substancia sea infinita no tiene principio ni fin, no puede depender de nada puesto que si depende de algo sería finita, una substancia con estas cualidades siempre se ha entendido como Dios. Una idea que no proviene de la nada y mucho menos de la imaginación. Es en sí misma la idea de perfección, de infinitud y como las ideas no provienen ni de la nada, ni de la imaginación, en este caso la idea de Dios debe provenir de una substancia que en verdad sea infinita y qué mejor idea de infinitud que la que se despliega con la idea de Dios, cuyas cualidades son en sí mismas las enumeradas anteriormente.

Si Dios no existiese verdaderamente no tendríamos la idea de él, en tanto infinitud pues como se ha dicho mi imaginación es tan limitada que no ha tenido la vivencia de la idea de infinitud, pues no se logra representar la infinitud en sí misma. Por ello es indispensable una idea que logre abarcar lo infinito y esa representación es Dios.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Escritura espontánea, Juan Sebastián Navarro

En este momento puedo escuchar música, hablar con más de cinco amigos, ver noticias y todo desde el mismo dispositivo, la computadora. La comodidad que ha brindado el avance de las tecnologías es tal que se puede hacer de todo sin salir de la casa. No obstante, esto fomenta un sedentarismo terrible, las personas en general no hacen ningún tipo de deporte o ejercicio, se la pasan sentados.

La ventaja es que yo no debo preocuparme por ello, todos los días me levanto a las 6:50 am, para estar en el gimnasio a las 7:00 am, y ejercitarme hasta las 8:30 am, llegar a la casa a las 8:40 am, desayunar, arreglarme, realizar los trabajos para el día. Si es posible adelantar un poco la tesis, dirigirme a la universidad alrededor de las 2 pm y tener clase hasta las 5 pm. Luego debo dirigirme hasta el centro de lenguas de la Universidad puesto que tengo un curso de inglés de 6 pm hasta las 9 pm. Por tanto, estoy llegando a la casa alrededor de las 10 pm. Podría decir que tengo una agenda un poco ocupada, y sí, pero me alegra tener mi mente ocupada en tantas cosas y a pesar de todo puedo dormir las 8 horas recomendadas, aprender un nuevo idioma, estudiar filosofía y hasta ejercitarme.

Los fines de semana descanso, descanso haciendo la tesis, como tal no es un descanso pero realizo menos actividades de las acostumbradas. Ahora bien, algunos podrán decir que no tengo tiempo para el ocio pero se equivocan; me dedico a las pesas y creo que eso es ocio. Pero si no lo ven así, también tengo vida social los sábados, ya que salgo a bailar y de vez en cuando a tomar, también tengo novia y procuro verme con ella cada semana.

Tú, sí, tú. El que está leyendo este trabajo o el que lo está escuchando, puedes decir que no tiene ningún fin, pero para mí es tan importante como una comida, pues en este trabajo, realicé catarsis acerca de mis días, es más, podría atreverme a decir que este escrito puede servirle algún antropólogo en unos 500 años pues da cuenta de la vida cotidiana de una persona común. Además, si queremos resaltar un proyecto filosófico en este escrito podríamos hablar existencialmente pues en él se plasma cómo una persona en particular vive sus días, anhela su propia dicha, busca su propio camino, labra su propia suerte y sabe que algún día dejara de ser lo que es.

Si me pregunto a mí mismo qué era hace 22 años puedo decir con seguridad que era nada, y si me preguntase asimismo qué voy hacer en 150 años podre asegurar que nada, a menos que logré vivir tanto tiempo, que no creo. Voy a ser corpóreamente más nada que algo, y sin embargo, prefiero seguir jugando este juego llamado vida, aprovechar la posibilidad de existir, danzar al ritmo de la existencia.

Alguna persona puede preferir suicidarse y deja de prologar lo inevitable, la muerte. Empero, tomar esta ruta es dejar de sentir todas estas sensaciones que únicamente se pueden experimentar en vida; cada gota de lluvia, cada rayo de sol, experimentar el amor y vivir la tragedia, estar feliz un día y enfermo un mes. Un millón de sensaciones que sólo alguien que existe puede apreciar, no las recordaré cuando sea nada, pero mientras soy algo, tengo el placer que la nada no tiene, y es ser. Ser algo que ocupa un lugar en el espacio, pertenece a un tiempo, posee sensaciones, realmente soy un conjunto de todo; colores, formas, habilidades, emociones, etc. Soy todo menos nada. Soy, y si soy es porque vivo y vivir es un privilegio que la nada no tiene.

Aforismos, Juan Sebastián Navarro

Mi mente, mis reglas, mi reino y mi rey

El silencio es el mayor aliado para la meditación, para el pensamiento, para la negación, para la duda y para la verdad. Lo irónico del silencio es que tiene la cualidad de hacer gritar el pensamiento.

La “certeza” como la “verdad” deberían ir siempre en comillas.

He sido toda mi vida una víctima de las mentiras. Hombres, mujeres y niños ¿quién de todos ellos no ha mentido? Si mintieron alguna vez podrían hacerlo siempre ¿por qué confiar en ellos? Confió en mí y es lo único que basta.

La verdad resbala con mentiras y danza con verdades.

¡Oh Verdad!, que corrompe y daña verdad, que se afirma o niega, si se niega ya no es verdad, lo cual me impacienta y descontenta. Y descontento por no tenerla, pretendo buscarla en los laberintos que llamamos vida, lleno de dudas por no encontrarla pero feliz por intentar alcanzarla.

La duda es el mayor impulsor del conocimiento, sin embargo, el que duda y no investiga es como el que tiene hambre y se rasca la cabeza.

Los cinco caminos que nos ayudan a conocer este mundo y a los cuales denominamos sentidos, nos ayudan a percibir algunas cosas. No obstante, mi pensamiento, mi propio pensamiento, no sé de cuál camino provino.

La mente domina el cuerpo pero él sabe engañarla.

Pienso, pienso que no sé si lo que pienso proviene de la idea de lo que es o de lo que quiero que sea.

Escritura espontánea, David Alejandro Fonseca

No hay en el presente texto un fin propuesto, de entrada encontramos una invitación a no malgastar nuestro ocio en un tema aparentemente frívolo y vano. Montaigne dedica sus ensayos a sus familiares y amigos, la única pretensión que deja entrever el autor es la de reflejar en sus escritos algo de su temperamento y humor. A mi parecer, esta es la razón principal por la cual Montaigne escribe esta obra con un estilo ensayístico, pues, éste le permite desarrollar y presentarnos de manera escrita su modo de reflexionar, que resulta bastante particular en el ámbito académico.
No pretendía Montaigne más que darse a conocer de manera viva y completa, es una suerte de autoretrato, pero con la implicación de ciertas particularidades. No es un autoretrato en el que se quiere reflejar un buen vestir, ni unos andares estudiados, sino que se quiere retratar en su forma sencilla, natural y ordinaria. Aunque Montaigne expone que no hay artificio ni contención, reconoce y, en cierta medida, porfía, que se presentará al natural en la medida de lo posible, es decir, dentro de lo permitido por el respeto a las costumbres. De allí me surge la cuestión de hasta qué punto la obra tiene una especie de autocensura, y de que dicha obra resultaría aún más interesante, si se hubiera desenvuelto en la dulce libertad de las primeras leyes naturales.
En Montaigne, encuentro cierto nomadismo en su reflexionar, es un espíritu libre –retomando a Nietzsche–, pues, el espíritu libre siente el curso hacia la libertad como el impulso más fuerte de nuestro espíritu y, en contraste con los intelectos atados y firmemente arraigados, vemos casi nuestro ideal en un nomadismo espiritual.
La relación que encuentro con Nietzsche se debe a un aspecto muy particular y personal: la lectura es agradable y no implica sacrificios del intelecto. En ambos autores, aunque en un mayor grado en Montaigne, la escritura parece desarrollarse en una conversación muy natural, y los temas resultan muy habituales, temas que ordinariamente pueden surgir del diálogo y la embriaguez.
Me resulta atractiva la caracterización que realiza Montaigne de Alejandro y Calígula, personajes que superaran los límites de la necedad, que a mi parecer son el prototipo de una megalomanía enfermiza, que no satisfechos con la grandeza y el poder, buscan obtener omnipotencia, erigirse como dioses. Atacan de manera excéntrica y casi fantástica a quienes osan a oponerse a su poder, sin importar que estos sean los mismos dioses o la fortuna; incuban sentimientos de venganza titánicos.
En Alejandro estaba el valor y la valentía, era clemente pero ansiaba un gran enemigo valeroso, estimaba el valor como algo tan suyo y propio que a esas alturas no podía sufrir verlo en otro sin sentir el despecho de una pasión envidiosa. Era clemente porque sabía que el inofensivo gusano al ser pisado se enrosca, lo contrario ocurre con el valiente, con el gran enemigo que debe ser superado, pues, es una amenaza efectiva. Citando a Nietzsche: con esta voluntad en el pecho no se teme lo temible y problemático propio de toda existencia; se lo busca incluso. Detrás de semejante voluntad está el valor, el orgullo, el ansia de un gran enemigo.

Ensayo, Pedro Ávila

Ensayo sobre la pedantería

Así los veía pasar: con ese aire pretencioso que dejan al cruzar, creyendo que solo ellos son los pomposos académicos a quienes todos admirarán. Mas para mí, dicho viento es más contaminante que el smog de Bogotá. Ese vanidoso soplo que dejan ellos, con su sonrisa hipócrita, con sus gestos de desprecio e ironía, me hace estornudar, cubrirme con mi bufanda y dar media vuelta evitando ser contaminado por esa vacua vanidad intelectual.
Ese airesillo que cruza varios pasillos cercanos a este lugar, parece cubrir todo, permear todo: libros, textos, charlas, trabajos, discusiones, en general, todo. Parece una viral contaminación insalvable, incurable. Nos los deja en ningún momento, los hace reunirse entre ellos, entre los miembros de ese mismo mal; mal que para ellos no es tal. Para ellos es una virtud casi que otorgada por sus dioses –que no son más que sus maestros, sus autores predilectos, sus tutores o simplemente su consorte académico–. Ahí los ven llegar: a ese par de cónyuges unidos en uno solo. En un solo cuerpo, siendo uno. Pero solo estamos seguros de que uno de ellos se ha unido al otro, abusivamente, tomándolo y poseyéndolo sin más artilugio que el de una interpretación banal. Y aquel no se da cuenta de su fiel pareja. Aquel que en la mayoría de los casos ya ha partido de este espacio, ya no está aquí. No está en tanto cosa física, pero sigue estando en el presente amor fiel de su pareja. Que no lo deja olvidado en ningún momento y lo presenta a cada instante, orgullosa y prepotente, pues considera cual aferrado amante que este, su pareja, su cónyuge es el mejor, el más bello.
Así los vemos reunidos, como en un baile de salón: llegan galantes, trayendo a sus cónyuges consigo. Reunidos todos los de acá con sus cónyuges de allá, empiezan sus prepotentes discusiones: con un poco de materialismo histórico, de epistemología; algo de metafísica; y mucho de fenomenología, hermenéutica y filosofía analítica. Su gusto es ese: incomodarse unos con otros, pero a la vez aguantarse entre sí. Cual plaga que en un cultivo destruye la cosecha, ellos toman triviales experiencias, fútiles discusiones, efímeros textos –como este– y gozan, disfrutan, vanagloriándose de su saber simple,  de textos como este –de palabras que intentan agarrarse unas con otras, para medio defenderse– y cual roedor lo mordisquean por doquier hasta dejarlo estropeado y listo para la basura.

jueves, 13 de noviembre de 2014

Escritura espontánea, Diana Sánchez

Sobre el pensar diverso

Todo el tiempo pienso en múltiples direcciones, sobre diversos sentidos, sobre un montón de situaciones y  todo lo pienso desde un sin sentido que acompaña mi forma de pensar. No poseo una dirección o tal vez unas reglas que acompañen mi pensar, muchas de las veces en las que hablo me parece que no es propiamente lógico lo que digo. Mi manera de hablar por momentos elocuente y racional, se esfuma en solo un modo del pensar, muchas veces cuando hablo lo hago a temperaturas distintas, en intensidades y colores múltiples.

El día en que mi hermana me abordadó y comenzó a contarme una versión más del desamor, pensé: ¡cuántas historias se han escrito entorno a esto!, algunas con un desenlace fatal otras simplemente superadas y echadas al olvido, cuántos psicólogos se han llenado la boca con palabras de cómo debe superar la crisis “lo predecible y fácil que puede ser”, para ellos es cuestión de seguir una regla. Pero tenía que escucharlo de labios de mi hermana para entender lo profundo de su dolor. ¿Qué podía decir? Cuantas veces no he sido víctima yo también del amor y sus demonios. Lo odiaba, creo que más de lo que ella lo odiaba, quería seguirle el rastro a aquel infeliz que tenía en tan profunda agonía a mi propia sangre; quería hacerle infinitas preguntas una tras otra, una tras otra casi sin escuchar respuestas. La incertidumbre, la duda ¿cuánto tiempo en tal quietud? Has querido verle la cara de idiota, qué vil, qué malvado, qué maquiavélico te he pensado, ex pariente.

En otro momento al calor de otra intensidad he pensado en lo distinto e inocente, tal vez lo que le pasa ha aquel hombre no tiene que estar intencionado a generarte algún mal; querida hermana, muchas veces necesitamos parar y suspender el tiempo para pensar de manera clara lo que queremos, pensemos que él pasa también por una agonía (de él con si mismo) ¡déjalo solo! Tu ausencia debe ser un profundo silencio que agudice su crisis.

Otra vez  tú, gracias por estar aquí, me he sentido débil en verdad, nunca me había visto así, tú has extendido tu mano y me has sacado del trastorno en el que me veía caer, no veo, no escucho, no puedo percibirme, siento frío. ¿Qué fue eso? ¡No me siento bien!, no soy yo, la  que siempre ha medido el tiempo, la que duerme menos para sacar más provecho de él, la que hace agendas para todo e infinitas listas de actividades, la fuerte, la vital, la que odia visitar a esos asquerosos administradores de la salud, médicos que ya no merecen tal nombre, pues no les preocupa la enfermedad. Me veo en la necesidad de visitarlos ¿para qué? ¿Acaso es una cuestión de sentido? ¿Qué necesito? ¿Un nombre para entender lo que me pasa?, un nombre, un nombre ¿eso me aliviará? Algún día me liberaré de ellos, me inventaré algo para prescindir de sus servicios, de sus definiciones. 

¿Por qué estas triste de nuevo? ¿Qué ha pasado ahora? Maldita sociedad enferma, lo comprendo todo, ¿cómo pueden dedicar su vida a tan vil oficio? Ladrones, miserables, facilistas, mediocres, al no tener trabajo prefieren robar… ¿no es culpa de algún estado?, ¡que ridículo! Creer que la educación podrá con esto es una ilusión por vivir. Una cosa tras de otra, pensarás que la vida se ha ensañado contigo, el desamor se abraza a tu corazón como una bestia sedienta que ha encontrado fuente, te quitan el fruto de tu esfuerzo diario, con un teatro de lo más ruin, dos personajes y tú en medio y no has podido distinguir la realidad de la ficción teatral, de nuevo te sientes estúpida, víctima de tu ambición. De manera diversa puedo pensar que eres víctima de tu propia acción y que como dicen algunos místicos el cosmos organizado cumple su ley. Recuerdas cuando ganaste en esa pirámide y que sabías perfectamente que cuando alguien gana en ese juego de la ambición, alguien pierde también.

Si ves la manera diversa de pensar, la vida se ensaña contigo, la vida te enseña algo o como lo dijo mamá envestida de otra intensidad y que ha sumado a todo esto, el fallo de su demanda a favor de su explotador, verdugo que ha vivido por años de su fuerza de trabajo y al cual le debe todas las enfermedades laborales que le atormentan hoy. ¿Por qué nos ha salido todo tan mal? Agrega ella. ¿Acaso no me has oído, Dios? ¿Por qué me tratas como a cualquier ser que no se preocupa por ti?, no es obra de ningún Dios madre, le he contestado. He mostrado con algunos ejemplos mi imposibilidad de pensar en un solo tono, en un solo color, a solo un nivel de temperatura, no tengo la regla, la ética, la tradicional filosofía que me ordena y me sujeta a una manera única de decir y ser verdad.