viernes, 18 de noviembre de 2016

Diario, Astrid García

EL LUGAR

20 de octubre de 2016 

Querido diario 

Sé que en los últimos meses no te he escrito lo suficiente. Debo confesar que he estado leyendo mucho para poder escribir. He mantenido conversaciones con la señora Bates sobre el movimiento y sus nociones filosóficas.

Navegando en letras encontré la definición de lugar que Aristóteles dejó. Inicialmente él propone que todas las cosas deben tener un lugar y por tanto un espacio. Es interesante el hecho de abstraer esta idea. Pues si bien siempre nos preguntamos por las cosas y sus características, mucho nos interesamos por el lugar en que residen. Pensar en esto, creo yo, es hacer un uso juicioso y concienzudo de la razón. Aquí entre tú y yo, diario, pienso que todos deberíamos atender al mensaje oculto que tienen las cosas, pero bueno esto es otro tema. 

Para probar la existencia de lugar Aristóteles habla de un principio de sustitución, el cual postula que siempre donde hubo algo habrá otra cosa. Esto quiere decir, que si en una botella hay agua, después de vaciada el agua habrá aire. Y con esto entendemos que un lugar siempre estará provisto de cosas. Entonces, ¿por qué preguntarnos por el lugar? A mi parecer, creo que esto nos da una noción de orden y con ella una suerte de tranquilidad. Pues pienso que los seres humanos necesitamos del orden para sentirnos más seguros y cómodos. Pero a decir verdad el caos me genera más intriga y gusto que el orden, sin embargo pareciera que el orden fuera el pilar de todas las vidas. Después de que entendí la existencia del lugar, me encamine a entender cómo es o mejor aún qué es. Una definición efectiva fue la siguiente: el lugar es el límite del cuerpo continente que está en contacto con el cuerpo contenido. A decir verdad, esta definición me parece un poco abstracta, pues no tiene en cuenta los elementos que pueden conformar un lugar y hacer que este varíe. Quiero rescatar que aun cuando, en un concepto abstracto como este, el lugar sea los límites, pienso que un lugar también lo conforman y determinan las actividades que se hayan realizado en él. Pero bueno estas son solo humildes consideraciones personales. 

Lo que realmente me llama la atención de escribir sobre este tema es el grado de habilidad mental que debemos tener para imaginar el lugar de las cosas, pues no es tan fácil como imaginar un simple cuerpo. Pues si bien, el cuerpo tiene dimensiones (longitud, anchura, profundidad) el lugar no posee estas propiedades, puesto que no es un cuerpo. El lugar es más bien el recipiente donde las cosas están. Quién podría imaginar que cada cosa tiene un recipiente, el cual estará dispuesto a recibir millones de cosas más. En este punto, podría pensar que el lugar sería uno de los agentes más pacientes existentes en el mundo, y que su papel sería relegado al solo existir para contener. Claro que es importante, pues sin él no sé dónde podrían residir las cosas. Pero me gustaría saber si el lugar puede ser o hacer algo más que solo contener. 

Me gusta pensar que no solo contiene, sino que limita. Pues así su papel es protagónico, porque sería gracias a él que las cosas se puedan limitar y con esto es posible la multiplicidad de cosas en el mundo. Porque pienso que si no se limitaran irremediablemente habría una cosa que se expandiría a tal punto que dominaría todo y se impondría como única cosa, y sería bastante triste que la pluralidad que subyace en el mundo se desdibujara.

Querido amigo y confidente, hasta acá llego por hoy, sé que es un poco corto, pero espero nutrirte con más frecuencia. Pues créeme que no miento cuando te digo que hablar contigo es el mejor ejercicio del día. Agradezco tu incesante escucha, pues es importante para mí desahogar los pensamientos que retumban cada segundo en el mar de mi mente. Espero que algún día alguien más te pueda leer y de esta forma quede seducido por esta vibrante pasión que es leer filosofía.


viernes, 11 de noviembre de 2016

Poema, Diana C. Botero

Lo que hay en el vacío

La campana, sonando, llena los espacios.

Pero estos no están nunca vacíos,

Se encuentran repletos de recuerdos, de ruido, de aire,

De cositas que no vemos; pero que están ahí.


Alguna vez pensé que el universo

Estaba lleno de nada, tal vez, porque nunca he estado allí.

Uno podría pensar que se trata del vacío más puro,

Pues allá todo es negro, y no es posible distinguir un arriba y un abajo

Sin ayuda de los planetas, las galaxias y las estrellas.

Sin embargo, el cosmos está lleno de gas intergaláctico

Que no es posible ver, pero que está ahí.


No por no tener algo tangible

Los lugares están vacíos.

Hasta el silencio se encuentra lleno

Por los carrillones de los relojes,

Que son casi imperceptibles;

Pero que están ahí.

Carta, Yeferson Peña

En aquella noche de viernes, recuerdo bien la fecha (19 de Agosto de 2016) mientras que llegaba el crepúsculo de una noche de soledad. Paseaba por mi biblioteca y mientras me tomaba un café capuchino de la rutina, me llamó la atención leer al gran filósofo Aristóteles. Al abrir la primera página me encontré con la frase “Todos los hombres desean por naturaleza saber”. Quería dejar ese libro y mejor buscar algo interesante que no excluyera a la mujer del campo del saber. Sin embargo en mi capricho decidí cambiar la palabra hombres por humanidad. Mi mayor inquietud era averiguar a qué se refería con que la humanidad de alguna manera ya nacía con ese deseo de saber o ¿a qué se refiere este filósofo con la palabra naturaleza?

Entiendo que te molestes cuando empiezo a creerme filósofo y hacerme un montón de preguntas cuando una simple frase me inquieta. Sólo dejaré algunas preguntas en el aire por si te interesa y alguna vez te llama la atención leer dicho texto. Se llama la Metafísica de Aristóteles. Si aceptamos mi capricho, la humanidad incluiría a los niños pero, ¿realmente el niño o niña tiene ese deseo de saber? o ¿seremos nosotros los adultos quienes los obligamos ir a la escuela para que se interese por el saber? Al continuar con la lectura, Aristóteles incluye un elemento que no todos los animales poseen pero todos los seres humanos poseen, a saber, la memoria. Con ella podemos tener la particularidad de aprender y me gusta ver cómo los perros “aprenden” trucos nuevos y reconocen a su amo. Así mismo otros animales. Aun así el hecho de aprender no puede ser lo que me explique por qué es natural en el ser humano el deseo de saber.

No te gustaría saber ¿cómo defiende Aristóteles en su obra esa afirmación? Para no aburrirte con mis preguntas te invito a que leas esta obra grandiosa y te preguntes todo el tiempo por la frase que a mí me llamó tremendamente la atención como para leer toda la obra. “Todos los hombres (humanidad) desean por naturaleza saber” Para mí Aristóteles tenía razón pues quiero saber de esta obra cada vez más y eso que llevo pocos días de haber descubierto que tenía este ejemplar en mi biblioteca.

Con cariño,

Yeferson Peña.

miércoles, 2 de noviembre de 2016

Poema, Diana C. Botero


Un lugar 


Yo vivo en una casa color naranja,

Pero quisiera encontrar otro lugar en donde estar.

Tal vez una cabaña por donde pase el agua,

O en donde encuentre mil lugares para refugiarme.



Un lugar ideal para mí

Sería aquel en donde el silencio reinara,

Donde la naturaleza me permitiera estar en contacto con ella

Y me envolviera.


 ¿Qué lugar podría ser ese lugar?

Quizá una piecita con pasto y flores

O una con un gato enroscado sobre mis piernas.


Un lugar no es lugar por lo que tiene,

Más bien, es lugar por lo que me hace sentir:

Tranquilidad, armonía y libertad.



Tema: Aristóteles, Física IV, 1-4.