viernes, 11 de noviembre de 2016

Carta, Yeferson Peña

En aquella noche de viernes, recuerdo bien la fecha (19 de Agosto de 2016) mientras que llegaba el crepúsculo de una noche de soledad. Paseaba por mi biblioteca y mientras me tomaba un café capuchino de la rutina, me llamó la atención leer al gran filósofo Aristóteles. Al abrir la primera página me encontré con la frase “Todos los hombres desean por naturaleza saber”. Quería dejar ese libro y mejor buscar algo interesante que no excluyera a la mujer del campo del saber. Sin embargo en mi capricho decidí cambiar la palabra hombres por humanidad. Mi mayor inquietud era averiguar a qué se refería con que la humanidad de alguna manera ya nacía con ese deseo de saber o ¿a qué se refiere este filósofo con la palabra naturaleza?

Entiendo que te molestes cuando empiezo a creerme filósofo y hacerme un montón de preguntas cuando una simple frase me inquieta. Sólo dejaré algunas preguntas en el aire por si te interesa y alguna vez te llama la atención leer dicho texto. Se llama la Metafísica de Aristóteles. Si aceptamos mi capricho, la humanidad incluiría a los niños pero, ¿realmente el niño o niña tiene ese deseo de saber? o ¿seremos nosotros los adultos quienes los obligamos ir a la escuela para que se interese por el saber? Al continuar con la lectura, Aristóteles incluye un elemento que no todos los animales poseen pero todos los seres humanos poseen, a saber, la memoria. Con ella podemos tener la particularidad de aprender y me gusta ver cómo los perros “aprenden” trucos nuevos y reconocen a su amo. Así mismo otros animales. Aun así el hecho de aprender no puede ser lo que me explique por qué es natural en el ser humano el deseo de saber.

No te gustaría saber ¿cómo defiende Aristóteles en su obra esa afirmación? Para no aburrirte con mis preguntas te invito a que leas esta obra grandiosa y te preguntes todo el tiempo por la frase que a mí me llamó tremendamente la atención como para leer toda la obra. “Todos los hombres (humanidad) desean por naturaleza saber” Para mí Aristóteles tenía razón pues quiero saber de esta obra cada vez más y eso que llevo pocos días de haber descubierto que tenía este ejemplar en mi biblioteca.

Con cariño,

Yeferson Peña.

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