viernes, 25 de septiembre de 2020

Diario, Cesar Herrera

 

No sabía hasta antes de esto como iniciar a hacer un diario, es más nunca en los años de vida que tengo no me lo plantee. Es algo que despierta en mí una curiosidad y al mismo tiempo me intriga a sacar algunos aspectos de mi vida que creí jamás plasmaría en esto.

Ahora en compañía siempre de un par de temas musicales; solo, me pregunto y reflexiono más allá de los textos que leemos como llegar a pensar sobre mi vida. tener una madre soltera además negra nunca pensé que impacto social y que repercusiones pudiera tener ello.

Desde pequeño siempre me vieron un poco extraño. Al ver que mi mamá me llevaba sola al colegio y, me recogía igualmente, sola.

Preguntas ingenuas salían de mis compañeros al ver esto todos los días una de ella y que casi rondaba diariamente era ¿su papá quién es? A lo que mi mamá siempre me decía: “responda no yo no tengo papá”. Eso funciono durante unos pocos años. Pero después de que estos pocos años pasaran; poco a poco, entendería que mi entorno no sería nada facial y que mi madre quizás desde lo profundo de su ser trataba de decirme que no necesitábamos de ningún hombre para ser una familia.

Ahora creo que parte de ella tenía la razón y, en este preciso momento solo pienso ¿qué razones aparte de ello tendrían un impacto en quien soy hoy? Y más allá de ello ¿de dónde vengo? Y lo que significa para mi ello.

Solo me queda terminar esta primera reflexión como al inicio acompañado de una buena canción y un sin número de preguntas que ahora ondean en mi cabeza.

Diario, Erika Farfán

Diario filosófico 1

Normalmente lo que más cuesta de escribir, es comenzar, y ésta no es la excepción. Creo que debería partir de que tanto el texto de Fanon1 como el de Viveros2 me hicieron pensar en muchas cosas y aspectos de mi vida, principalmente, en aquellos en los que me he sentido vulnerada o evidenciado algunas «injusticias», en especial por ser mujer.

Siempre he pensado que el concepto «mujer» ha excluido multiplicidades, porque se quedan de lado particularidades e incluso deja de lado a quienes no se siente totalmente conformes al definirse de esa manera o a quienes fueron hombres biológicamente y al sentirse como mujer quedan excluidos de la definición del concepto o las características que debería tener para encajar en aquel grupo. En mi caso, la cosa no va por ahí, pero pienso en quiénes se sienten de esa manera.

Cuando pienso en la forma en la que Fanon expresa el sentimiento de inferioridad del hombre negro o de la mujer negra, pienso en mí, sí, no soy negra, mi piel es blanca pero también me he sentido de esa manera –no es la misma discriminación o herida, pero es un sentimiento similar–. Un ejemplo de ello es cuando por ser mujeres dentro de la academia somos poco escuchadas o tomadas como sentimentales que no hacen comentarios objetivos, con frases como «debes ser objetiva, ¿estás en tus días? No seas hormonal». Otra circunstancia, que me atrevo a decir, me ha sucedido, es cuando no encajas con la forma de cuerpo o belleza que una “mujer” debería tener, como determinadas medidas, altura, color de ojos, estrato social o dinero. Pareciese que cuando no cumples con alguna de estas (o con la mayoría) eres “menos”, sí, menos que otro, y por eso merece mayor atención, es la manera de justificar que lo (la/las) comparen contigo con frases como “los mejores somos del norte o, Uy, ¡no! ¿Estudias en una universidad pública? ¡Vándalo!”.

En la misma línea, y explicitando un poco más, en mi entorno he notado que entre las mujeres, somos –algunas veces– solidarias con las de nuestro género o somos un poco más atentas con las otras en cuanto a las violencias o discriminaciones que hemos tenido a lo largo de la vida y la historia. Pienso también en que no nos sentimos conformes con la idea de ser siempre vista como la esposa de alguien, la novia de alguien o la que leyó a quién, sino por la multiplicidad que hay de mujeres y de definirse, o mejor, de concebirse alrededor de esta palabra teniendo como factores sus propias vivencias y experiencias.

Por eso, y a modo de cierre, creo que no solamente los hombres y mujeres negras deben sanar las heridas y superar los traumas que a lo largo del tiempo, de las culturas han sufrido la mayoría de las minorías en las sociedades, pues, estos no competen solo a aspectos físicos o a cuestiones biológicas, sino a aspectos mentales también, psicológicos, y tienen estrecha relación con el rol que cumplen o ejercen en la sociedad. De allí, que afecte la forma en la que se concibe o en el lugar en el que se ubica, porque si se cree o considera inferior, de la misma manera va a comportarse con otros y a aceptar que la traten como tal, ya que estaría dentro de lo que merece, y de que su rol estaría en marcado en esa forma de ejercer su poder. <

 

 

Tomada de: https://co.pinterest.com/pin/12666442677969056/?nic_v2=1a7c4rosC

Diario, Carlos Galindo

 

Bogotá, 25 de septiembre de 2020 

 

Ipe namuykθn, ñim merey kucha 

Esto es de nosotros y de ustedes también1 

 

¿Quién construyó Tebas, la de las siete puertas? 

En los libros aparecen los nombres de los reyes 

Bertolt Brecht 

 

Llevo a los otros en mí. 

Julia Iribarne 

 

 

«Llevo a lxs otrxs en mí»«Ser-con»«Ser-llevar»"los artefactos"¡yautu! 

 

"Llevo a lxs otrxs en mí"... "ser-con"... Me pregunto sobre el sentido, alcance y profundidad de estos asertos. Pues, llevar al otro, otra y otre en mí, no significa ser aquellxs, mucho menos ser sobre aquellxs. La negación y la imposibilidad de aquellxs que no soy yo, se anulan cuando nos armonizamos en un cósmico-vibrante. Entonces... resonamos bajo el amparo del amor y la comprensión; nos compartimos y posicionamos en la condición humana. 

Ser-con, no es ser el residuo que subyace a la intersección de un diagrama de Venn. Pues, la esfera del otrx no se superpone a la mía o viceversa. No llevamos, pues, a lxs otrxs, superpuestxs e imbricadxs. Pero tampoco somos esferas dispersas, que al culminar un acto centrífugo, terminan por fagocitarse... οροβóρος 

 

 

Llevar a los otrxs en mí, implica llevar a los otrxs conmigo: en las luchas políticas, económicas, sociales, culturales y académicas. Cuando lxs otrxs me llaman, yo respondo. Así reconocemos nuestra existencia.  

Yo le pregunto a Monsieur Descartes, por qué, estimado, no bajo usted a la calle, luego de haberla oteado por la ventana; a observar esos cuerpos, esas particularidades, esos despliegues no-mecánicos. Quizás, se hubiera encontrado con un amigo, quien ─ante la promesa, en el horizonte, de un nuevo encuentro─ hubiese gritado desde el asombro y el afecto ¡Ah! ¡Ex-Descartes! 

Nota marginal: la tierra donde me enamoré por primera vez, se llama yautu, No Popayán. Celebro este des-cubrimiento.