viernes, 25 de septiembre de 2020

Diario, Daniela Jiménez

Diario filosófico

24/09/2020


En la clase del día 17 de la semana pasada, cuando leíamos “La interseccionalidad: una aproximación situada a la dominación” de Mara Viveros, yo me sentía incomprendida. Me preguntaba ¿Cómo es posible que dentro el mismo movimiento feminista que debía (uno supondría) apoyarme y aceptarme por mi ser mujer, se me excluya por llevar conmigo ciertas características? ¿Acaso mis problemas son menores porque soy una mujer de tez clara, heterosexual, con acceso a la educación? Y desde ese momento tuve interrogantes aún más generales ¿Si una mujer se ha sentido agredida en su ser por ser mujer y ha sido vulnerada en sus derechos, pero ha tomado la iniciativa y la valentía de actuar en pro de ella y de su género, su lucha vale menos por no ser una mujer negra? ¿Qué culpa (me preguntaba yo), tiene alguien por ser quien es o como es (en tanto factores externos como su color de piel, su género, su clase y demás cosas que sean más de cuestiones azarosas que por decisiones propias)? Y en ese sentido ¿qué culpa tiene el blanco de ser blanco?

Pero que preguntas… algunas veces uno piensa tanto en sí, para sí y desde sí que olvida al otro, al alter. Yo no sé las respuestas de mis preguntas y en ningún momento menospreciaré mis propias experiencias ni mis propios problemas, ¡pero mierda, claro que hay mujeres que se ven mayormente afectadas!. Yo había pensado tanto en mí y en lo mucho que me molestaba que mis dificultades no fueran tomadas en cuenta como otras por mi color de piel, que jamás pensé en si realmente yo tenía alguna dificultad. Ahora que lo pienso no sé cuál ha sido la mayor dificultad que he tenido en la vida, claro que la he pasado mal por momentos, como cualquier persona, pero ¿realmente mi ser ha sido un problema para mí? NO. Sí, he sufrido de acoso, Sí he sido violentada, Sí he tenido mis propios problemas mentales y afectivos… Pero jamás he tenido que enfrentar a mi familia y a la sociedad por ser de una forma no convencional, no he tenido que trabajar por necesidad, no he sido objeto de burlas o desprecios por mi color de piel, ni siquiera he sentido la muerte de un ser querido; por el contrario la vida me ha tratado bastante bien. Mas hay personas que viven todo lo anterior junto ¿cómo no ayudarles y escucharles a ellos primero?

Leyendo a Franz Fanon en “Piel negra, máscaras blancas.” pensaba incluso en el daño tan inmenso que sufrían en este caso las personas negras, el daño psicológico de las personas expuestas en el libro era devastador. Me dolía leer que el alcance del poder de la hegemonía del blanco sobre el negro (pero realmente para mí cualquier hegemonía es agresiva, hiriente y perjudicial) llevara a que ellos no se sintieran bien en su piel, en su sentir, en sus formas. Y la actitud de desprecio de ellos para con ellos mismos y para con los de su misma familia amigos y comunidad, me desconcertaba. Pero leyendo y leyendo… noté que eso no era tan lejano, que esa actitud yo la había visto antes, que los antillanos sólo eran el ejemplo de una constante.

Yo vengo de una familia xenófoba, homofóbica, racista, conservadora y de derecha. Cuando yo estoy en casa y pongo el televisor en lo que para mí es un volumen normal (el perfecto para que mis oídos no deban esforzarse), mi mamá llega gritándome “¡NEGRA, NEGRA, PARECE NEGRA!”, sé que lo dice para hacerme entender que el volumen está muy duro, que estoy siendo bullosa. En otras ocasiones hace alusiones como “espero que nunca me traiga un negro a la casa Daniela” y demás estupideces que ya no quiero ni nombrar. ¿Pero quién es mi mamá? Difícil pregunta, por ahora sólo responderé que es una mujer nacida en Cali, hija de una mujer blanca y de un hombre… No sé si llamarle negro, realmente es distinto, es como un hombre café, muy café, como el color de un cacao con pintas negras o lunares negros en todo el cuerpo y de los 6 hermanos que tiene mi mamá, 3 son de ese peculiar café con pintas negras y los otros 3 son blancos (entre ellos mi mamá). No sé de donde venga mi abuelo, realmente nunca he pasado de un simple saludo con él, pero me llama mucho la atención su apellido “Potosí”, apellido que yo heredé y mi mamá también y que jamás he escuchado en alguien más aparte de mi familia. ¿De dónde son mis ascendientes por parte de mamá? No lo sé, pero europeos no parecen. ¿Cómo puede una mujer que ama tanto a su padre detestar tanto el color que no es blanco? ¿hace parte esto de los complejos, los problemas psicológicos o las incoherencias de las que habla Franz Fanon? Posiblemente. (No quiero que se mal interprete, amo a mi madre con el alma y es la mujer ejemplo en mi vida en muchos sentidos, pero el racismo, la homofobia, la xenofobia y las demás injusticias no hay que aceptarlas, no importan de donde vengan).

No sé cuál sea el camino más apropiado para contrarrestar los problemas que se han tocado en éste escrito, no sé tampoco si exista una forma correcta de ser y de pensar en la vida, pero sí se algo y es que todo cambio debe iniciar con uno mismo. Mi nombre es Daniela, mujer nacida en Colombia, acepto y abrazo mi ser americano y mis ascendientes vengan de donde vengan, respeto y aprecio mi color, mi forma, mi cuerpo y todo mi ser así como también aprecio el de los demás y lucharé siempre por la justicia para cada uno de nosotros. AMEN (sin tilde).

No hay comentarios.:

Publicar un comentario