miércoles, 14 de noviembre de 2018

Yuly Esmeralda González Rojas, "Me queda poco tiempo" (Video I: Lugar de importancia personal)

Este audiovisual se realiza en el contexto de la Práctica pedagógica: Creación audiovisual en el curso de filosofía antigua (2018-II). En esta creación las(os) estudiantes escriben audiovisualmente sobre un lugar con importancia para ellas(os) mismas(os). Cada quien se hace presente en el texto y da cuenta de los lugares que habita o habitó y la forma en que lo hace o hizo. También las(os) estudiantes exploran y plasman en la pantalla algunas de sus concepciones de mundo.

La estudiante Yuly González Rojas, en su video Me queda poco tiempo, logra fijar varias creencias sobre ella misma y sobre cómo habita el mundo. Describe visualmente los lugares que habita (plazas de la universidad, lugar de estudio en lo que parece su casa, transporte público, etc.) y reflexiona sobre cómo los habita. Cuenta que convierte en sus lugares predilectos a todos aquellos que se le presentan en el día a día "cediendo el hoy a su entorno perfecto".



domingo, 11 de noviembre de 2018

Jenifer Guevara Rincón, (Video I: Lugar de importancia personal)

Este audiovisual se realiza en el contexto de la Práctica pedagógica: Creación audiovisual en el curso de filosofía antigua (2018-II). En esta creación las(os) estudiantes escriben audiovisualmente sobre un lugar con importancia para ellas(os) mismas(os). Cada quien se hace presente en el texto y da cuenta de los lugares que habita o habitó y la forma en que lo hace o hizo. También las(os) estudiantes exploran y plasman en la pantalla algunas de sus concepciones de mundo.

La estudiante lleva a cabo una tarea de reflexión sobre ella misma, sobre lo que pensó y sintió en el pasado, y cómo eso determina ahora su presente. Su pasado pensando en ser docente y su presente estudiando para serlo. En el audiovisual hay afirmaciones sobre su propio mundo pero también es un lugar de preguntas y dudas sobre este “La verdad no sé qué hacer...” y posibles salidas “...espero, a lo largo de este tiempo, enfocarme en lo realmente importante”. Esta tarea crea sentido en cuanto va construyendo un discurso sobre la propia vida, cómo se vivió, qué se quiso, qué se hace ahora, cómo se hace, qué se espera, etc. Y es un sentido filosófico en cuanto es una reflexión sobre sí, lo que se cree, cómo se vive, cómo se quiere hacerlo.



jueves, 8 de noviembre de 2018

Yeison Ramirez Osorio, "Mi lugar" (Video I: Lugar de importancia personal)

Este audiovisual se realiza en el contexto de la Práctica pedagógica: Creación audiovisual en el curso de filosofía antigua (2018-II). En esta creación las(os) estudiantes escriben audiovisualmente sobre un lugar con importancia para ellas(os) mismas(os). Cada quien se hace presente en el texto y da cuenta de los lugares que habita o habitó y la forma en que lo hace o hizo. También las(os) estudiantes exploran y plasman en la pantalla algunas de sus concepciones de mundo.




Andŕes Toquica, "Plegaria ensangrentada"

Este escrito se realizó en el marco de las reflexiones sobre la propuesta de aula abierta para la asignatura Introducción a la filosofía antigua (prof. Diana Acevedo-Zapata), en interlocución con el paro estudiantil de 2018-II.


Plegaria ensangrentada


Muchas son las ocasiones en las que solemos llenar nuestras bocas con palabras sobre la educación, esforzándonos al máximo para llegar a los pensamientos de nuestros compatriotas. De tanto hablar nuestras gargantas se han lastimado, hasta llegar al punto en el que solo podemos vomitar sangre. No obstante, como masoquistas, nos revolcamos en el dolor y nadamos en sangre, que espesa por los coágulos, no nos deja nadar bien. Este río rojo en el que nos movemos es la sangre que emana del cuerpo moribundo de la educación, que agoniza abandonado en medio de una sociedad que solo lo ve como un medio para sobrevivir en esta realidad capitalista.

Las preguntas acerca de la educación se pueden plantear de maneras infinitas, hasta llegar al punto en el que no hemos de saber cómo plantearlas. Sin duda, su objetivo es llegar, no a los pensamientos de los políticos o de un reducido círculo de intelectuales expertos en educación, sino a todo un pueblo que es el que en sí alimenta su sistema circulatorio. Ya el Estado ha puesto los huesos, los docentes la carne, pero tal sistema no funciona sin la sangre de nuestras gargantas y de nuestros actos. Este cuerpo vivo que muere en nuestras calles está anémico, necesita de tus actos para sanar y de la sangre de tus palabras para alimentarse.

Nuestras gargantas lastimadas todavía pueden alimentar el río rojo, pero cuando nuestros cuerpos se queden secos la educación dejará de respirar. Si salimos a las calles no es por defender la sangre que hay en nuestros cuerpos, pues a fin de cuentas la entregamos con convicción, sino por defender el gran cuerpo de la educación.

Vosotros y nosotros somos carne y sangre, representamos todo lo vivo que puede tener cualquier cuerpo; sin embargo, todo lo vivo necesita de algo muerto a lo que se debe sujetar para que se pueda mover libremente por el mundo. Lo muerto son los huesos, los cuales no tienen vida o algún tipo de gracias si la carne no los cubre, al mismo tiempo que la carne no tendría vida ni gracia si no hay sangre que circule.

El Estado, como el dueño de los huesos, es el responsable de la materia muerta del cuerpo de la educación. Esta materia, en su base, tiene las mismas características que el dinero: está muerto y no va a tener vida si algo vivo no se adhiere a él. En este sentido, el dinero en sí mismo no tiene valor alguno, a no ser que nosotros mismos le demos valor trasmatándolo. Además, en estos huesos también reposa todo el sistema educativo que el Estado propone para nuestro país, por lo cual los huesos y la base de los mismos son indispensables para la carne y la sangre del cuerpo de la educación.

Aquí es donde aparece el cuerpo moribundo, aquel que vemos desangrarse a medida que la base de los huesos ha sido arrancada de sí, rasgando la carne con tal violencia que hasta las venas principales han sido dañadas para que la sangre fluya más veloz. Algunos van por la calle, ven tal cuerpo y le ignoran totalmente, pero otros nos acercamos a él para brindarle nuestra sangre. Al hablarles a los transeúntes, que pasan desinteresados, para pedir auxilio, es cuando se siente que estamos vomitando sangre, pues al vomitar las palabras no se entienden; pero, por más que digamos y digamos palabras ¿nos podrán entender en nuestro balbuceo? Seguramente si se acercaran a nosotros y empezaran a gritar con nosotros, se lastimarían la garganta igual que nosotros; empecinaríamos a hablar el mismo idioma. Este es el idioma que se hablan en el rio rojo en el que nos movemos, en donde por más que se cansen nuestros brazos no dejaremos de nadar.

Nuestro objetivo no es sobrevivir (esto es lo que hacen los muertos capitalistas), sino vivir, vivir y vivir reafirmando una gran fuerza de voluntad. El hecho de que ahora estén sangrando nuestras gargantas indica que estamos vivos, tan vivos que podemos crecer y florecer en medio de la adversidad. La sangre en tanto símbolo de vida y muerte, nos quita el aliento y nos lo da; entregamos nuestra sangre con tal placer que morimos y renacemos en escarlata. Este río que se alimenta con la sangre de nuestras gargantas ahora más que nunca necesita de tu sangre, pues solo de este modo es que seguirá fluyendo. Lo que fluye ya no debe ser la sangre fuera de su cuerpo, sino, después de sanar, la que corre por sus venas sanas que han de gozar de gran vitalidad. Este cuerpo en vez de ser nuestra madre, es nuestro hijo que, estando en el útero de la sociedad, espera recibir los nutrientes necesarios para que sus huesos crezcan fuertes, para que su carne sea saludable y para que su sangre nunca produzca trombos que han de causar una gran hemorragia interna.

Andrés Toquica