jueves, 16 de octubre de 2014

Meditación, Vicky Espitia

Por Dios sigues existiendo cuando dejo de pensarte

Sábado en mi casa, mis hijas están donde su abuelita, mi Carlitos está trabajando; me encuentro en la casa con un gran interés de darle vueltas a algo que había visto en la clase pasada. Quiero tratarlo, darle via libre en mi pensamiento, que me permita si es posible una certeza en la noción del cogito. Tanto para entenderlo de una mejor manera o para concluir que no es posible mantenerlo en mis pensamientos.
Viendo el sol pasar por mi ventana, con sus grandes rayos de luz, me siento en mi sofá y enciendo una vela como introducción a mi práctica con el ejercicio; práctica que en mis tiempos juveniles utilizaba para leer la biblia logrando lo que ella misma insinúa “leer entre líneas” o lo que proponía la espada de la serie de gatos “ver más allá de lo evidente”.
Alisto mi porta, la luz, el ejercicio (su nombre completo es el ejercicio de la mente), un vaso de agua, mi cuaderno y mi esfero y retomando mi practica del silencio de las celebraciones, pero esta vez yo sola como participe comparto el ejercicio mientras pienso…
Descartes, después de cinco meditaciones en las que lo acompañe a ser osado al atreverse a dudar: dudo de todo lo que hasta el momento le habían enseñado como verdad, fue capaz de dudar de años de tradición. Preguntaba el cómo saber que no era falso lo que vivía, si pienso en un genio maligno que pueda ser el fabricador de  mis ideas del mundo engañándome de lo que sería la verdad. Un genio maligno que confabulado con  mis sentidos me engañe todo el tiempo: cuando de lejos pienso que el que está pasando por la calle es mi papá, el que camine sea el señor de la tienda.
No siendo suficiente, el gran placer de dormir se le convirtió en una algo confuso con la realidad que le permitiría dudar. Él volvía a sentir placer cada noche que en sus sueños se aparecía Elizabeth. Comentaba que llegaba a tener sueños que no podría diferenciar de la realidad. En ambos admiraba a Elizabeth.
Así, Descartes estaba en ese escenario de soledad en el que te sientes solo con tus pensamientos. Soledad, pensamientos, que le permitieron reafirmar su existencia. Iniciando con proposiciones como: soy una cosa que piensa llego a su cogito “Pienso luego existo”. Recuerdo que cuando lo leí me pareció una excelente deducción de su meditación, sin embargo, se preguntó por su existencia mientras no pensaba, que pasa en ese momento, porque efectivamente no dejaba de existir.
Y en este momento de su meditación llega la idea más clara y distinta para Descartes “Dios”.  Dios sigue permitiendo que el cogito se mantenga, legitima al cogito al convertirse él en su creador y  conservador. Dios como creador y conservador del ser humano permite que éste siga siendo, existiendo. 
Mi mente se detiene un momento y recuerdo el Dios Cristiano y me pregunto: ¿Cuál de los dos Dioses creadores de seres humanos y existentes nos haría menos daño al pensamiento humano: el Dios de Descartes o el Dios de Cristianismo? O si el mismo Descartes negó la existencia del genio maligno, por qué se cree en el diablo… llego mi familia.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario