jueves, 18 de junio de 2015

Carta, Daniel Barrera

Texto tipo carta con base en la epístola de Epicuro a Meneceo

Para la humanidad, pues inherente es la búsqueda por la verdad y la felicidad.

Por nuestra condición de seres humanos debemos hacer valer esa cualidad atávica a nuestra condición que consiste en la búsqueda de la verdad, pues es a partir de ésta que develaremos los secretos de todo aquello a lo que tememos, y por medio de la cual alcanzaremos la felicidad, pues para el ejercicio de la filosofía, verdad y felicidad están ligados y acarrean la misma importancia.

De allí que este conocimiento nos aleje de las falsas creencias que se tienen entorno a muchos temas como lo son las cuestiones divinas pues es errado pensar, como lo hace el vulgo, que los dioses están hechos a imagen y semejanza de nosotros y además, que cometen acciones repudiables como la venganza, el adulterio y la guerra entre otras aberrantes acciones. Recordemos, pues, que la idea que tenemos de Dios está grabada en nuestra alma siendo este inmortal y feliz, de allí que no pueda ser semejante a nosotros, ni en aspecto ni en acción.

Ahora bien, respecto a los miedos de la muerte y el dolor, recordad ¡oh humanidad!, que tan desconsolada has estado durante mucho tiempo debido a estos miedos, que la muerte no  tiene nada que ver con nosotros, pues es propio de los seres vivos estar dotados de sensibilidad, mientras que para aquellas que perecen nada sienten. Por lo tanto, si el mal y el dolor están ligados a la sensación, la muerte, estando privada de la sensación, no será causa ni motivo para el dolor, ni mucho menos, para el temor. Romper esta concepción nos acercara cada vez más a la verdad y por lo tanto, la humanidad entera estará más cerca a la felicidad.   
Por último, respecto a la finalidad de la búsqueda de la verdad, el ser humano debe propender por la satisfacción de los placeres siempre que nos alejemos de los excesos y el dolor, causados cuando no sopesamos el placer y el dolor, de allí que  todo placer sea bueno pero no aceptable, o que un dolor pueda ser aceptable pues conllevaría un próximo placer de carácter superior.    

Recordad, apreciada humanidad, que el gozo mayor consiste en no sufrir perturbaciones ni el cuerpo ni en el alma, de allí que si el cuerpo está bien, lo cual se logra cuando satisface de manera mesurada los deseos que le son propios por naturaleza, el alma calmará su perturbación e impasible podrá continuar develando los secretos del mundo.

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