martes, 27 de septiembre de 2016

Discurso, Bayron Giral


Paradojas sobre el movimiento: lo uno y lo múltiple.

Ciudadanos de Grecia, me pregunto: ¿por qué aceptamos como cierto que en el mundo haya muchas cosas? y ¿por qué aceptamos que hay movimiento? Pues, nos encontramos en el mundo con cosas continuas, limitadas o ilimitadas, pero ¿cómo es posible que exista unidad entre ellas si pueden ser divisibles?

Si aceptamos que hay muchas cosas, son tantas cuantas son, o sea que podemos contarlas. Sin embargo, entre una misma cosa hay continuidad porque conforma una unidad, pero también existen cosas de género distinto que permiten diferenciar entre una u otra cosa, cuando están en sucesión. Así pues, las cosas divisibles tienen extremos que limitan con otra cosa distinta, pero entre una cosa y otra siempre hay algo divisible, y entre esa cosa y otra también y así se podría llegar al infinito, a no ser que hubiera algo indivisible. Pero, si las cosas se pueden dividir hasta el infinito, ¿no podríamos decir que no hay nada? Pues, si las cosas no tienen magnitud no existen; o, ¿no sería mejor decir que solo hay una cosa? Sin embargo, si solo hay una cosa, ¿no está compuesta de partes divisibles? Entonces, si las cosas son separables siempre hay otra cosa que es separable y así sucesivamente. Si una cosa existe y tiene magnitud es infinita porque si fuera ilimitada carecería de magnitud por no tener extensión ni continuidad y por ende no existiría.

Teniendo en cuenta esto, surgen varias cuestiones sobre el movimiento. Resulta que, ni el velocísimo Aquiles sería capaz de alcanzar a una lenta tortuga, si le da ventaja al iniciar una carrera, pues él tendría que recorrer infinitos antes de alcanzarla. Así, si se puede dividir la magnitud infinitamente, un corredor debería recorrer infinitos puntos para llegar a la meta. Entonces, lo paradoja está entre la infinitud de la división y distancia finita o el tiempo finito. Por otra parte, qué pasa si el movimiento solo es la consecución de las posiciones de un objeto en el tiempo, pues los objetos son los mismos pero hay una variación de posición. Podríamos decir que cuando lanzamos una flecha, esta no cambia sino que se puede mirar el lugar en que se encuentra en determinado tiempo.

Con estas reflexiones, ¿podrían pensar que estoy en contra de la existencia del movimiento, o de que exista lo uno? Por ahora les respondo: no me importa profesar dogmas, prefiero inmortalizar problemas.
Tema: Zenón de Elea, Fragmentos. Aristóteles, Física, VI, 1-2; 9.

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