lunes, 19 de octubre de 2020

Diario, Camila Parra

Una pequeña discusión


Aunque mi primer diario no se enfocó en los textos del seminario o una interpretación de ello, porque me encontraba muy dolida aun con las situaciones que he vivido últimamente. Voy a intentar enfocar este de mejor manera, a partir de un relato pequeño. Hace algunos días tuve un enfrentamiento con un gran amigo, resulta que el y yo diferimos en los estudios de género y la colonialidad, yo diría que es más un problema de interpretación ligado a nociones de sentido (lo personal). Descubrí que al hablar de género yo suelo emocionarme y buscar e indagar, equivocarme y volverlo a intentar, realmente es algo que me fascina, he contemplado la posibilidad de estudiar la maestría y enfocar todos mis estudios académicos y mi vida entera a esto. Con los años he venido considerando la academia o el estudio de la filosofía una forma de vida, de habitar y sentir espacios, claro siempre cuestionan mi privilegio frente a otras personas. Este punto le pareció molestar bastante a él, cree que desperdiciaré mi vida si pongo todas mis energías en eso. Incluso he notado un cierto desprecio por los estudios de género, las discusiones se han llegado a formar porque escucho frases como “los estudios decoloniales van más profundo que los estudios de género”. No sé si es prejuicio mío, pero yo considero que cada una ahonda de maneras muy particulares diferentes asuntos, tanto que algunas veces se cruzan, se apoyan y se critican entre sí y no por eso una es menos valiosa que otra.

La discusión se alargó por horas (no recuerdo todos los argumentos) y en un momento el me dijo, “cada vez que usted habla de género se lo toma personal”, yo respondí claro, porque el género esta en todas las esferas y yo no puedo separar lo que aprendo de mi vida o seria hipócrita en muchos sentidos, las palabras y los actos deben ir de la mano, debe haber una cierta coherencia. Luego de eso, se quedo un momento en silencio y me dijo: “usted es radical, el feminismo es radical”, respondí: “quizás sí, porque yo no voy a aguantar más violencia, ni en mi cuerpo, ni en mis entornos y me opongo radicalmente a la violencia que se ejerce para controlar, manipular, dañar y someter, podría decirme soy radicalmente anti patriarcal, antirracista (aún estoy aprendiendo) …. Porque considero que el dolor que provoca esto es muy fuerte, sentir en ti carne la violación, la deslegitimación el sometimiento, y además cargar con las cicatrices es horrible, y si por eso soy radical, lo soy”. Después de eso, se quedo callado, yo me quede pensando si realmente debería estar rodeada de “amigos” que legitimen de esa manera acciones injustificables. No sé si me provoca angustia descubrir en el lenguaje en las expresiones, en las creencias, en las acciones, a veces me siento horrorizada y no se como manifestarlo. En esta ocasión me enfrente a él, basada en mi formación y mi experiencia, usualmente dejaba que creyeran cualquier cosa, y me dejaran en paz, pero ¿hasta qué punto eso legitima la violencia y perpetua las relaciones de poder? La pasividad en parte lo hace, y estoy cansada de ser así.

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