lunes, 19 de octubre de 2020

Diario, Nicolás López

Diario 1

Nicolás Santiago López Cubillos

Cuánto dolor y sufrimiento han visto nuestros ojos, cuánta miseria y vulneración han sufrido nuestros cuerpos. Desde la adolescencia me acompañó en muchas formas una personalidad rebelde e irreverente, muchas de esas actitudes seguramente estaban atadas a las hormonas, y a los deseos de conocer cosas nuevas. Progresivamente esos sentimientos se fueron fundamentando en la cruel realidad que tanto tiempo hemos padecido. El impacto de la violencia tiránica en sus múltiples expresiones fue moldeando el deseo de que el mundo fuera un poco mejor. Pero… este cuerpo mío ha tenido muchos privilegios. La injusticia y desigualdad social resultaban fáciles de notar y reaccionar a ellas de alguna forma implicaba un compromiso, una convicción que, aunque peligrosa seguía estando atada a esos privilegios. Estando en la universidad me estrellé de frente con mi condición privilegiada de hombre heterosexual. Conocí grandes amigas y compañeras empezaron a destruir un suelo que ha dado esta sociedad a quien se acomode a la heteronoma y la cultura patriarcal que pulula en tantos espacios, al punto de invisibilizarse. El colegio resulta una fuente de machismo, la forma en la que aprendemos a relacionarnos con la sexualidad atraviesa muchas de nuestras practicas escolares. Me consideraba un muchachito caballeroso respetuoso, aunque fuera un guarro atrevido, pues parecía suficiente que no sería capaz de maltratar físicamente a una mujer. Cuando empecé a entender las muchas formas en las que se manifiestan las conductas del macho, me avergoncé conmigo mismo del joven agresivo, imponente, y sobrepasado que fui. No creo que el proceso de deconstrucción en mí sea algo terminado, pero me siento alegre de haber pasado por un difícil proceso que me permitió empezar a derrumbar esas prácticas despreciables. Muchas veces me he imaginado volviendo en el tiempo para decirme muchas cosas que en esa época ni siquiera se asomaban en mi mente, y darme un par de cachetadas. Una de las cosas que mas me causa escozor es que mis compañeras del colegio no me bofetearon jamás, y a veces hasta parecía que esas prácticas las tomaban como juegos normales de adolescentes. Pero eso no era culpa de mis compañeras, esa situación es el producto de la institución familiar, escolar y social que a hombres y mujeres nos inserta en un sistema machista naturalizado, o que nos hacen naturalizar. Entre las cosas por las que me siento muy afortunado, esta haber conocido mujeres fuertes y rebeldes que se enfrentan al que ahora considero el mas peligroso sistema de dominación, por las formas en las que se oculta. Se ha vuelto un tema de mi profundo interés entender mas de las apuestas feministas, no para apropiarme de estas, solo para escuchar, entender, e interpelar mi lugar. Estaba convencido, aun lo estoy, de que la lucha de clases es vigente, que es una forma generalizada de segregación y opresión, pero de nuevo, esta aparece más evidente y no es la única que mancilla las comunidades. Descubrir hombres en la universidad que también creían en la contradicción de clase pero que son capaces de vulnerar mujeres me causó repudio, no consideraba eso posible en un espacio formativo para docentes que se consideran revolucionarios. Pero así es, es parte de la realidad de la dominación. La interseccionalidad me asombro por su flexibilidad y poder para entender fenómenos como esos, las formas en las que se cruzan, fortalecen, o agudizan los sistemas de dominación. Resulta significativamente útil encontrar una herramienta de análisis para comprender de una forma mas adecuada el lugar que ocupo en esos sistemas y el lugar que ocupan otras personas. La interseccionalidad, entre tantas cosas, resulta esclarecedora para ver todos los factores que coinciden en el asesinato de Juliana Giraldo. El abuso de la fuerza militar y policial, la negación de su identidad en los medios después de haber muerto, y la continua segregación aun después de haber muerto, la falta de reconocimiento y reparación de parte del establecimiento. La discriminación por genero, la colonialidad y la opresión por la clase se fusionan de una forma espantosa en un entramado de dominación en Colombia y Latinoamérica. Culturas como la mexicana da cuenta de ello y, las recientes y poderosas acciones feministas encienden una luz de esperanza y reivindicación. Mujeres empoderadas han empezado a soltar nudos y abrir horizontes de comprensión que muestran al mundo lo que se ha pretendido ocultar. Es una fortuna poder tomar prestado el bisturí interseccional para diseccionar el enredado cúmulo de la dominación, la opresión y la discriminación. 
 
 
Diario 2
 

Pensar la ética en la condición humana resulta escalofriante cuando uno/a se fija en la repetición de conductas sociales y comportamientos individuales que no exponen mas que podredumbre y ambición hegemónica de poder, satisfacción ilimitada e irreflexiva del ego. Cuando dichas conductas y comportamientos se materializan en sistemas de opresión, el despliegue de crueldad y miseria llega a niveles de avanzada que consolidan una estructura versátil de división del poder en toda relación social (alimento, hogar, trabajo, familia, la educación, etc.). Resulta importante pensar la versatilidad de la estructura de dominación, apropósito de una comprensión interseccional del ejercicio arbitrario y autoritario del poder de decidir, decir, hacer, tocar, destruir, manipular, dañar, herir, explotar, violentar, vulnerar, violar. El registro histórico de la cantidad de guerras, tiranías, despojos, invasiones, y de nuevo etc. que dan cuenta de ello.

En el anterior párrafo fue evidente el repetitivo recurso a numeraciones, estas aparecían casi inevitablemente al tratar reconstruir lo que vaga en los pensamientos, se vuelven necesarias porque hay casi una correspondencia equivalente entre las más admirables y gloriosas obras de la humanidad, y las más repudiables y nefastas manifestaciones de la maldad, desde su dimensión colectiva e individual. Las ultimas clases se ha notado, en las discusiones y en los textos, los alcances de profundidad que se pueden alcanzar al centrar la atención en algún sistema de opresión que interviene la vida de toda corporalidad, de toda forma de ser. Fanón fue acido, contundente y autocritico sobre su lugar en una sociedad racista, como hombre negro que pudo moverse con cierta facilidad por diferentes círculos sociales. Lo mas llamativo de sus tesis es que la estructura de sistemas de dominación como el racismo no se puede comprender como un andamio de hierro sobre el cual se puede mantener rígida e inalterable una construcción. El aparato de dominación ciertamente es estructural, ya que se ubica, de forma múltiple, en todo nivel del ser social. Sin perder de vista que la individualidad es una parte constitutiva del ser social. Pero, la manifestación hegemónica de la estructura es móvil, sus articulaciones, vigas y bases son flexibles. Ello con arreglo a la finalidad de perpetrar de forma absoluta el poder y la verdad. Las manifestaciones estructurales de la dominación bien pueden ocultarse hasta hacerse invisibles, un perfecto ejemplo de esto es la sociedad colombiana, se ha naturalizado el conflicto y la vulneración de derechos fundamentales, de forma tal que hay un recrudecimiento moral aunado a la corrupción generalizada y la manipulación de la opinión pública. Imagínese por un momento que la moralidad es una mano, pues bien, la moralidad colombiana es una mano con callo, grueso y seco, con heridas y quemaduras en los dedos y las palmas.

El racismo no se quedó en la época en la que la legalidad aprobaba la esclavitud de forma internacional, o en la época de invasiones europeas en Nuestra América. EE. UU es el factum de la evolución contemporánea en la concreción diversa de los aparatos de dominación, que hacen parte de una misma estructura hegemónica del poder, el colonialismo o el imperialismo. El rasgo común de estas facetas de la estructura es el despojo de la humanidad del/la otro/a, y en consecuencia, de la dignidad y el buen vivir de comunidades enteras, y sus individualidades. La abolición de la esclavitud en estados unidos o la declaración de independencia de 1810 en Colombia fueron acciones tan importantes en el imaginario social que a su vez se glorificaron banalmente. La gesta de la libertad se vuelve un velo, la mentira perfecta para segregar a las comunidades que fueron rezagadas de los efectos de la independencia o la libertad moderna. Generalmente se asume mediocremente que en Colombia no hay racismo, y mas aún que la esclavitud es asunto superado. Solo hace falta dirigir el corazón a las regiones negras del país y a las comunidades indígenas para sentir el racismo, aunado a la lucha de clases, ebullendo en nuestro territorio. Además, solo hace falta recorrer los últimos sucesos de violencia en el país para ver que toda expresión de opresión y dominación esta atravesada por la discriminación o agresión basada en género. La ultima lectura de Davis fue impactante porque en cada frase exponía la relación opresiva del capitalismo, el racismo y el machismo. Se sintió fuerza en sus palabras reclamando por análisis sobre el racismo que quedaban incompletos si además no se reflexiona sobre el lugar de la mujer negra que se ve cohesionada por tres sistemas de opresión a la vez. Las acciones mas miserables se han justificado, a través del despojo de la humanidad, a comunidades e individualidades, a las cuales se les asigna un estatuto de inferioridad que antecede al horror de la presunción de superioridad autoasignada sobre otras(os).


 
 
 
 

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