lunes, 19 de octubre de 2020

Diario, Angie Bernal

8 de octubre de 2020


En el encuentro de la clase de hoy pensaba mucho en cómo algunas personas que han sido violentadas se diluyen, se olvidan o se niegan. Por ejemplo, veíamos cómo algunas personas negras se olvidaban de sí o de su identidad para parecerse al blanco: al colonizador.

Pienso mucho en ello porque no se me había ocurrido y porque es muy duro querer ser como aquel que te daña, aquel que te violenta y coloniza.

 

 Recuerdo entonces que cuando era pequeña deseaba ser un hombre, un varón. De pronto porque pensaba que así sería más fuerte, controlada y estaría más segura en todo sentido. Quería entonces mandar a mis hermanos a hacer cosas… me parecía interesante tener ese poder sobre otras personas en mi casa.

Pero ¿Por qué ese deseo de ser como aquellos que se imponían sobre mí? Sigo pensándolo…
 

Incluso en mi adolescencia la idea de ser un varón me resultaba interesante, quería parecerme a esos niños que detestaba en el colegio, quería tener poder e influencia sobre alguna niña del salón. Ahora me parece absurda la idea y me hace sentir vergüenza.

Pero ¿Por qué ese deseo de ser como aquellos que se imponían sobre mí? Sigo pensándolo…

Hoy en día veo películas o series y me siento muy enganchada con aquellas mujeres que hacen de villanas, que son malas, que se imponen ante todo y que casi siempre son las más odiadas… yo me siento muy emocionada; una energía extraña se mueve en cada parte de mí y me hace imaginarme de ese modo – cosa que en la vida real es imposible–. Sin embargo, hay una parte de mí que quisiera ser así…

Pero ¿Por qué ese deseo de ser como aquellos que se imponían sobre mí? Sigo pensándolo…

Quizás quiero ser más fuerte, es decir, quiero ser otra.

Quizás quiero ser más fuerte y hay algo en mí que cree que siendo como aquellos que imponen lo seré.








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