viernes, 29 de enero de 2021

Diario, Camila Parra

Una pequeña discusión sobre la identidad


No me agrada discutir, ni pelear con nadie por mis creencias, análisis y demás, suelo mantener muchas de estas en las páginas de mis agendas, para pensarlas de acuerdo a lo aprendido cada día. Yo lo llamo: “derribar prejuicios a mi ritmo” (algo lento, pero efectivo), tal como el aprendizaje de algo, intento encarnarlo, apropiarlo, mirar cada punto que pueda e integrarlo de manera significativa a mi experiencia (grandes cosas que aprendí de mis clases de pedagogía). En varias ocasiones me pregunto si me molesta o me irrita alguna acción o comentario (no el momento, pero si después), noto que me predispongo ante los demás, y prefiero alejarme y pensar lentamente todo lo acontecido. Suelo tomar largos lapsos de tiempo (horas, días, meses, años) para comprender qué pasa, lo apropio a tal punto que me es íntimo, muy personal realmente.


Por ello, me han acusado de guardar resentimiento (quizá sea visto así), yo lo tomo como una manera de sanar, siempre me repito cuantas veces sea necesario debe hablarse, debe pensarse, los acontecimientos están cargados de pensamientos profundos, creencias arraigadas, “verdades” (parece obsesivo, me dicen algunos), sin embargo, creo que ello me ha ayudado a mantenerme “cuerda”. Quizá no deba decirlo aquí, pero he tenido muchos problemas por pensar de ese modo, incluso cuando intento transgredir mi vida con pensamientos reflejados en acciones. Un ejemplo de ello es la identidad de género, como he manifestado antes tengo problemas con ser categorizada como mujer, aunque se refieran a mí en “femenino” es molesto pensar que la idea está en la base del lenguaje, yo intento asimilarla más bien como persona, lo veo como un neutro que no refleja binarismos (en parte así pienso algunas palabras).


Creo que no puedo con algunos conceptos (no sé si es problema mío), aun así, muchos insisten en ponerme allí, alguna vez mi pareja del momento, me pregunto ¿Cómo te identificas? Yo le respondí: no binaria, considero que no hay características que te hagan mujer, ni hombre, son más representaciones sociales atribuidas a objetos u o comportamientos. Impactado, se quedó en silencio y me dijo, mi deseo es hacia las mujeres y no sé si el feminismo o sus emociones la van a cambiar tanto que ya no desee estar con usted. Me limité a responderle, piensa en lo que acabas de decir, pues es muy violento que intentes meterme en una categoría en la que yo no me siento cómoda, no voy a pelear contigo, ni a intentar cambiar tus prejuicios ahora mismo, pero si considero que debes pensar detenidamente, porque estas manifestaciones que ahora mismo comienzo a encarnar me han permitido empoderarme y entender de otra manera la violencia, el dolor, la vida. Allí se detuvo la conversación, noté que tiempo después me estaba pidiendo libros y videos que le habían permitido entender mejor ciertos aspectos de la identidad.



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