viernes, 29 de enero de 2021

Diario, Camila Parra

Una vida de depresión

A veces me levanto aturdida, sin nada en la mente, con los parpados pegados a los ojos, los labios resecos y los pies hinchados. Así duro al menos 2 horas todas las mañanas. Luego de un rato, la ansiedad me impacta, mil pensamientos llegan a mi cabeza, siento que doy vueltas y vueltas, intento abarcarlo todo de golpe, de repente, me descubro fantaseando, buscando un escape a mi vida.

Aprendí a no soñar con los años, o más bien desde las innumerables fantasías de amor romántico, me descubrí en una mentira más, querer tener una familia me resulto absurdo con el tiempo, hijos, pareja estable, aceptación social, un empleo y esperar la muerte en una vida que quizá odie con el tiempo. De las pocas veces que me he enamorado he intentado alejar esos sentimientos de mí una y otra vez, niego que desearía tener un amor tan fuerte que me dure hasta la muerte, un amor de esos que me quemen el corazón, en donde yo sin pensarlo daría mi vida sin pensarlo. Soy una romántica en el fondo, me cuesta admitirlo ante los demás, pero también me cuesta arrancármelo.

Siempre estoy pensando en las consecuencias, el precio que he tenido que pagar es muy alto, y aun no he terminado de pagar. Me ha costado mucho quitarme de la cabeza prejuicios violentos, con los que fui criada, le tengo miedo a las personas, no confió fácilmente en ellas, aprendí primero sobre el mal que, sobre el bien, si hablamos en una lógica dicotómica. Si miramos bien parezco un animal herido que no quiere salir de su guarida, solo espera una señal del destino que acabe con su vida, o simplemente que el tiempo pudra sus entrañas.

A través de mis ojos aprendí a encuadrar el mundo en una escala de grises, dónde ya no puedo ver los colores de la felicidad, lleno mi vacío con mil objetos de distintas formas, texturas y matices. Sin embargo, comprarlos no me hace bien. Algunas horas del día pienso que nada tiene sentido, parece que estoy en un pozo del que ya no puedo escapar, pienso que sería más fácil acabar con mi vida, me ahorraría la tesis, y el tener que trabajar para tener que morir en la miseria. Con los años estos pensamientos se volvieron más y más fuertes, ya nada me satisface, soy irresponsable también atraigo personas y las daño emocionalmente, cuando se dan cuenta del monstruo que hay en mí, ya es demasiado tarde para no sufrir.

No me despierto así tenga pesadillas, confieso que me han apuñalado, asfixiado agredido, o he visto recreaciones mentales de mis peores miedos y no me despierto, así este llorando. Parece que estoy atrapada en ciclos interminables de dolor. He asociado el silencio al dolor, he aguantado tanto que a veces no me puedo levantar, he pensado tanto que ya no hay culpables, me han intentado salvar tantas veces como se han marchado. Siento que tengo marcas emocionales muy profundas, y el mundo no me favorece, solo me golpea más y más. Sé que nadie puede con esto, este camino lo tengo que recorrer sola, la ayuda tiene límites, y no deseo escuchar más.


Admito los mil y un errores que tengo, porque las virtudes son muy pocas, la fuerza se está acabando lentamente, el dolor ha ganado la batalla en esta ocasión. Quisiera no tener que hacer y esconder muchas cosas para no lastimar a los que amo, quisiera poder decir la verdad, pero ella solo me destruiría más. Sé que me voy a quedar sola, quizá lo merezca, debo admitir que me auto-compadezco mucho, a veces siento que me re victimizo, pero confieso que no sé expresarme de otra manera.

He estado deprimida por muchos años, con pequeños picos de felicidad en el camino, en donde quisiera que vivir fuera más sencillo, como sonreír para las personas que amas, mientras hablas, abrazarlos tan fuerte que ya no puedan respirar, no alejarlos de tú lado y recordar que ellos son lo más valioso que tengo. Eso no es posible, lastimosamente nadie tiene tanto aguante, confieso que en los últimos años ha venido aumentando el sentimiento de que mi existencia no vale, que soy invisible para las personas, que ya no puedo llorar en los brazos de los demás, la puerta se está cerrando y en cada segundo me mata por dentro. Estoy al borde del abismo, con un pie en el aire ¿debo saltar? ¿Qué me mantiene viva, si no hay nada para mi aquí? Me he mentido por años en la respuesta de esas preguntas, la filosofía dije mil veces, mi carrera, el odio, pero ninguna es la respuesta correcta.

En lo profundo de mi siento amor por cada persona que me ha intentado salvar, unas más que otras, he redefinido el amor mil veces, he intentado dejarme llevar por él, lo veo en los ojos de las personas, en sus gestos en su cuerpo. En lo suave y áspero de cada palabra, de cada caricia, de cada beso. Quiero confesar que solo me ha gustado una persona a primera vista, “amor adolecente”, en los demás he encontrado un encanto particular. Me han roto el corazón innumerables veces, quizá sea muy susceptible y aun no logro aceptarlo. A veces prefiero creer que es mi culpa todo lo que daña, así con los años dejo de recordar y me enfoco en ver con libertad el amor. Saben siempre he sentido que soy pasajera para las personas, solo vengo a hacerlos sufrir un poco, y ya. Creo que tengo problemas con el abandono, siento que no le importo a las personas entre más pasa el tiempo, y para ahorrarme el dolor me alejo. También siento que buscan obtener algo de mí, se de una u otra manera.

A veces quisiera retroceder el tiempo para dejar de ser tan estúpida, luego me doy cuenta que no se puede y que debo asumir cada cosa así me queme cada célula del cuerpo. A veces no creo necesario que me digan lo que en el fondo sé: “estas sola y sabes que es tú culpa, así que no tienes derecho a expresarlo porque resulta siendo irónico”. Sin embargo, aun puedo cambiar de dirección ¿o no?

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