En el arco y la flecha se comprenden cómo la tensión entre los elementos que mantiene la unidad, pues si unas de sus partes impusiera más fuerza sobre otra, la destrucción sería inevitable; por eso se evidencia la armonía de los contrarios.
Todo se arrastra bajo la corriente del movimiento, pero ¿este se puede comprender en cuanto tal? Les digo: solo basta escuchar el logos.
¿A dónde han ido las hojas que han caído? No son sino la continuación de estados de la naturaleza: han nacido, crecido; en otra época, reverdecido; luego, marchitado; y, finalmente, terminaron fluyendo con el viento para llegar a mezclarse con la tierra.
La paz y la guerra han sido la historia del ser humano: la constante lucha de unos y otros en pro de sus aspiraciones.
Me pregunto: ¿no será que tanto nacimiento y muerte no es más que la repetición de una comedia inútil?
Mortales: la oscuridad que a mi razón imputan no es más que el reflejo mundano de tantas contradicciones.
El universo siempre ha existido como constante fuego inacabado, informe, inestable y luminoso: incandescente llama que transforma todo lo que contiene con su capacidad giratoria.
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