viernes, 14 de octubre de 2016

Carta, Astrid García

08 de Septiembre de 2016


Apreciada señora Bates:

Nuevamente recurro a escribirle a usted, tal vez sea por esa característica dialéctica que tiene el escribir un texto para alguien. Pero, sé que con usted se trata de algo más, una confianza que me impulsa a amar el momento de escribirle. 

Me dirijo a usted con gran cautela, pues el tema que me propongo exponer en esta carta no es para nada fácil de describir. Como bien sabe usted, estoy tratando de entender el complicado aparato físico que Aristóteles nos dejó. Espero, recuerde bien nuestra ardua tarea de encontrar las causa primera, pues es importante saber por qué me encuentro en este lugar de la disertación. 

Tratando de responder nuestra inspiradora pregunta, me encontré con la pregunta por el movimiento, de su posibilidad o imposibilidad. Es tan extenso, que le puedo asegurar que algunos como Zenón de Elea afirman que no existe movimiento tal y como lo conocemos; que más bien el movimiento es el estado de reposo de una cosa material en un espacio, y que este ocupa consecutivamente posiciones a través de un periodo de tiempo. Imagínese usted mi estimada señora, poder comparar el movimiento real con el cine. Para este señor no sería tan descabellado pensar que nuestro movimiento funciona como una reproducción de múltiples fotografías de nuestra realidad. De cierta manera nuestro pequeño sueño de ser las protagonistas de uno de los films de Hitchcock ya no sería más un anhelo indiferente, bastaría con mirar nuestras vidas bajo la propuesta de Zenón para imaginar que hacemos parte de una buena película. 

Espero que con lo anterior no haya quedado muy confundida, pues a continuación trataré de explicar un poco mejor de que se trata todo este lío del movimiento. Es importante que tenga claro que la continuidad, el contacto y la sucesión serán características vitales. La continuidad se verá reflejada en aquellas cosas cuyos extremos son uno; piense usted en aquella casa en la que vivió esos terribles seis meses en París, ¿recuerda que se quejaba constantemente de las divisiones delgadas entre las habitaciones? Pues bien esto es la continuidad aquello que se da entre cosas que comparten un mismo extremo y son divisibles. Ahora el contacto se da en aquello que es contiguo, como esta casa que estaba seguida de cientos de casas más, pues bien aquella casa que era su vecina estaba en contacto con su casa y todo el resto de casas formaban una contigüidad en aquella cuadra y todas estaban en contacto permanente, pues sus límites se tocaban entre sí. Ahora bien la sucesión será aquella correspondencia que tiene su casa con la vecina y no con la tercera, pues si bien para que haya sucesión es imperativo que estén separadas por cosas del mismo género. 

Teniendo claro lo anterior, quiero que entienda que aun cuando lo continuo se ve fácil de entender, hay condiciones que lo limitan; por ejemplo un continuo no pude estar compuesto de puntos, pues los puntos no poseen magnitud y por tanto no existirían, habrá una sucesión de puntos si se da como condición de que entre dos puntos siempre debe existir una línea. También quiero resaltar que los puntos tienen la particularidad de no poderse dividir es decir, de ser indivisibles, por tanto tampoco poseerán extensión alguna. 

Para Zenón existirán muchas cosas en el mundo, las cosas que tiene límite, y las ilimitadas, pues poseen cosas entre ella. Un ejemplo claro, será los números existentes en una recta numérica que se encuentran entre uno y dos. Como bien sabrá estará 1.5, 1.25 y así sucesivamente se podrá dividir este espacio en cientos de espacios ilimitados. Esto nos traerá también el problema de que un conjunto finito (como lo es la recta del 1 al 2) pueda contener conjuntos infinitos (como 1.5, 1.25...) Ahora bien, sé que se estará preguntando por el número cero, conozco bien su deleite por dicho número, pues bien este se tomará como un número sin magnitud y recuerde que aquello que no tiene magnitud no se puede agregar a ningún conjunto. Lo que no tiene magnitud no existirá. En un conjunto discreto es necesario que las cosas entren en contacto, por tanto es importante que no solo divida en partes infinitas, sino que también se agregue algo a la magnitud de afuera por grande que esta sea. Si existe es infinito y tiene magnitud divisible hasta el infinito.

Ahora, imagine usted a un corredor encima de nuestra recta numérica del 1 al 2, ¿entiende usted, que según lo anterior, el deberá atravesar la infinitud de parte en la que se puede dividir esta recta en un tiempo finito? Entonces ¿sería posible que nuestro corredor llegara a 2 alguna vez? Y en este punto entramos a revisar la imposibilidad del movimiento y con él negaríamos la multiplicidad de las cosas. Es importante aclara que Aristóteles fácilmente resuelve este problema afirmando que no es lo mismo infinito en divisibilidad que infinito en extensión, por tanto en lo continuo hay un número de infinito de mitades pero SOLO EN POTENCIA NO EN ACTO. En mi opinión es una de las mejores razones, no sé si porque respeto mucho la teoría aristotélica, o porque genera en mí una tranquilidad inexplicable de ser real, puesto que no pienso que todo movimiento que haga será un recuadro en serie y millones de veces reproducido. 

Por lo que ahora me compete, siento que debo parar de escribirle por hoy, quisiera estudiar un poco más, para que nos vayamos ilustrando en el camino. Agradezco de corazón la fiel lectura que hace de mis cartas, sepa que para mí escribirle tiene un carácter si se quiere erótico, pues entiendo que no a cualquiera le gustaría sentarse a leer una cosa de gran magnitud. Hay que tener una mente diferente, y sepa usted que eso es lo que más valoro de nuestra distante relación. 

Con afecto,


ASTRID

Tema: Zenón, Fragmentos. Aristóteles, Física, VI, 1-2, 9.

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