domingo, 30 de abril de 2017

Angie Bernal, Carta a Karen Aristizábal

Bogotá, 28 de Febrero del 2017

Karen

Hola, me alegra leerla. Siento mucho entusiasmo y entrega en sus letras. Espero que su hacer docente sea así de constructivo, tanto en usted como en las personas a las que guie.

Yo no me siento satisfecha al pensarme de forma activa en los contextos. Tal vez sea pesimismo o quizá me parece tan problemática la realidad que me siento impotente, pues por más que entregue todo de mí, no será nunca suficiente.
Jamás…

A pesar de todo yo estudio y pienso en esta labor con todo el amor que se debe tener, tal vez más del necesario. Pero como le digo, me siento impotente por no poder abarcarlo todo, por no poder ayudar más, me siento limitada por esta condición de ser humano.

Ahora bien, comparto lo que dice sobre el ser filósofa o docente, no es muy diferente ya que ambas deben pensarse para poder construir. Pero eso me asusta también, porque para mí la labor docente es algo demasiado peligroso. Un maestro puede (tiene el poder) de construir y destruir personas. Muchas veces hacemos esto y no nos damos cuenta. Hacemos muchas cosas, muchas de esas son inconscientes y son apropiadas por los estudiantes. Por ejemplo, sin querer exigimos formas de ser y estar en el aula, esto se hace necesario para poder “dar la clase” con fluidez.

En este sentido, al pedirle a los estudiantes que actúen, piensen y hagan de cierta manera, los estamos moldeando a nuestro gusto. Esto me parece más problemático en la medida en que estas formas son apropiadas.

Por ejemplo. Cuando yo estaba en el colegio me regañaban mucho por la forma en que me sentaba – “así no se sienta una mujer”, para mí la forma de sentarse no tenía nada que ver con el género sino con mi comodidad, pero a los maestros y maestras esto les impedía dar la clase. Parece tonto, pero desde esas pequeñas acciones y palabras se construyen ideas, como en este caso la idea de ser mujer y cómo debe ser una mujer.

No culpo a mis profesores, a veces me pasa. Alguna vez tuve prácticas en un curso de primero, y yo caía en decirles a las niñas cómo sentarse. No porque crea que hay formas de ser “mujer” o “hombre”, sino porque sus compañeras(os) hacían comentarios violentos.

Claramente hablé primero con quienes hacían estos comentarios, pero parecía no importarles, seguían con eso. Después de un tiempo, me parecía más práctico hablar con ella: era más fácil que una persona entendiera que “hacer entender” a muchos.

Pensando en lo anterior, un ejemplo que no me da para mucho, creo que es complicado no caer en reproducir cosas, en ser violenta…

Me gustaría saber si esto la inquieta, a mí me molesta que en los colegios se eduque para ser hombre y mujer. Yo podría entrar a realizar otro tipo de prácticas, pero los estudiantes están inmersos en una sociedad que les enseña y ellos lo viven como si fuera algo natural.

Dígame, por favor ¿qué piensa?...

Angie Rico
Carta Manuscrita (p. 1)

Carta Manuscrita (p. 2)

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