lunes, 15 de febrero de 2021

Diario, Ronald Murillo

 Racismo en el parque 

A principios de febrero, estaba operando la montaña rusa del parque de diversiones. Era un turno normal en el que las filas estaban llenas como de costumbre y el grupo de visitantes se impacientaba por montar. Por ello mis compañeros y yo trabajábamos ágilmente. A la atracción entran máximo 24 personas por turno. Luego de que estén ubicadas, nosotros pasamos por cada puesto abrochando cinturones. Algunas personas esperan que nosotros les abrochemos el cinturón y otras se abrochan por sí mismas. Cuando lo hacen por su cuenta, nosotros verificamos que haya quedado bien asegurado y, en caso de que no, lo volvemos a abrochar. Ya con el grupo de visitantes preparado, encendemos la máquina en el panel. El caso es que, en uno de los turnos, subió un hombre negro de más o menos treinta años. Cuando yo hice el recorrido para verificar los cinturones, me di cuenta que él, como muchos más, tenía el cinturón flojo. Entonces, pasé puesto por puesto ajustándolos. Cuando llegué a su asiento, lo saludé y, mientras le abrochaba el cinturón, le dije “permítame le enseño”. Después de abrochar todos los cinturones, encendimos la máquina como de costumbre. 

Cuando salí a mi hora de almuerzo, se me vino a la mente esa situación ya que no entendía por qué le había dicho al señor que le iba a enseñar a abrocharse el cinturón. Antes, nunca le había dicho a alguien que le iba a enseñar a abrocharse. En ese momento no me explicaba por qué había asumido esa actitud, digamos, educativa. Sin embargo, ahora me doy cuenta de que dichas palabras probablemente se fundamentaron en creencias racistas del estilo “yo soy blanco y tu negro, yo te enseño y tu aprendes”. Como si al percibir una persona negra, sintiera las ganas de educarlo, de enseñarle algo, como en este caso a abrocharse el cinturón. De hecho, Fanón también muestra una de esas actitudes espontaneas de los blancos hacia los negros: un blanco que se dirige a un negro se comporta exactamente como un adulto con un chiquillo, se acercan con monadas, susurros, gracias, mimos” (Fanón, 2009, p. 58) También, con lo que hice yo, infantilice a ese señor porque implícitamente creí que necesitaba instrucción, como se suele creer que la necesita la infancia. En ese sentido, se ve que no necesariamente el racismo se manifiesta en agresiones físicas, sino que también puede presentarse de formas menos directas, pero igualmente violentas. Además, como explica Davis en el caso de la violación, mi conducta individual no es un hecho aislado e individual, sino que tiene se fundamento en creencias colectivas del estilo: los hombres blancos son superiores a los negros”. En ese sentido mi actitud de querer “educar” a ese señor fue una sutil expresión de esas creencias racistas 

Referencia 

Franon, Franz (2009) Piel negra, máscaras blancas. Madrid: Akal

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