lunes, 15 de febrero de 2021

Diarios, Ronald Murillo

 Experiencias comunes y solidaridad  

 

La bicicleta es mi principal medio de transporte: en ella no sólo ahorro tiempo, también realizo actividad física. Una noche iba para mi casa por una cicloruta de Fontibón y encontré a otro ciclista llevando su bicicleta a pie porque se le había varado. A pesar de que yo cargaba kit de despinche y algunas llaves, en principio no quise ayudarlo porque sospechaba que se tratara de una trampa o algo por el estilo, así que seguí mi camino. Sin embargo, unas cuadras adelante, cambié de opinión y, aún pensando que algo malo podría pasarme, me devolví para ayudarlo. Cuando me acerqué, el señor me dijo que se le había partido la suspensión en pleno pedaleo y que ésta no se podía enderezar, que ya tocaba cambiarla. En seguida, le pregunté que hasta dónde iba y me dijo que hasta Bosa que, por cierto, desde ese punto quedaba lejos en bici y a pie ya quedaba mucho más lejos. Aunque yo no podía reparar la suspensión, sentí que tampoco podía irme como si nada, así que lo acompañé una parte de su recorrido. Mientras caminábamos, el señor me contó que recién llegaba de Venezuela y que trabajaba en Suba entregando domicilios por Rappi, también me mostró el raspón que se le hizo en la rodilla luego del accidente con la suspensión. Así, seguimos caminando hasta que yo debía cambiar de ruta para llegar a mi casa, entonces nos despedimos y nos deseamos suerte 

En este momento quisiera analizar esta experiencia que viví basándome en las reflexiones de Hill Collins, es decir, quiero responder al por qué cambié de opinión y decidí ayudar al señor sabiendo que podría ser peligroso. En primer lugar, yo creo que intenté ayudarlo porque tenía las herramientas que el señor podría necesitar, es decir, si no las hubiera llevado probablemente habría seguido mi camino. Sin embargo, contar con las herramientas necesarias para ayudar no es suficiente para querer hacerlo. Entonces, aHill Collins aporta que: históricamente, la segregación racial en vivienda, educación y empleo generó elementos en común, que animaron la formación de un punto de vista colectivo basado en el grupo” (Hill Collins, 2012, p. 104). En este caso, la autora se refiere al punto de vista colectivo que las mujeres negras construyeron a partir de experiencias similares de racismo. Sin embargo, esta reflexión puede explicar el por qué yo quise ayudar al señor: los dos tenemos un punto de vista común porque, como ciclistas, vivimos experiencias comunes: ambos nos hemos pinchado, ambos nos hemos caído, ambos nos hemos varado de noche cuando no hay mecánicos trabajando y, sobre todo, ambos quisiéramos recibir ayuda en una situación así. En ese sentido, la formación de un punto de vista colectivo es necesaria para actuar de manera solidaria. En otras palabras, para actuar solidariamente con otro se necesita experimentar situaciones comunes con ese otro. De esa manera, puede que la falta de solidaridad hacía los otros se deba a una falta de experiencias comunes. Por ejemplo, ello explicaría el por qué la clase multimillonaria no es solidaria con la clase pobre: aquella nunca ha pasado hambre, por lo tanto, estas clases no tienen experiencias comunes y por ello no hay solidaridad. 

Referencia 

Hill Collins, P. (2012). Rasgos distintivos del pensamiento feminista negro. En M. Jabardo (ed.). Feminismos negros. Una antología (pp. 99-131). Madrid: Traficantes de sueños

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