viernes, 12 de febrero de 2021

Sistematización de diarios, Angie Bernal

 

Recorriendo y transformando mi vida 

En la presente sistematización de experiencias pongo de manifiesto cómo algunos textos estudiados en el seminario de filosofía contemporánea me han atravesado como persona y como mujer. Para ello, divido este documento en tres apartados ―en los que hago una reflexión a partir de los diarios escritos a propósito de la clase―; en la primera hablo sobre mi malestar constante1 y cómo logro tener una mirada distinta para alejarme de dicha incomodidad, en segundo lugar, expreso el dolor que siento frente a la violencia ejercida a otras mujeres y por último, hago una reflexión acerca del reconocimiento de las mujeres que han estado presentes a lo largo de mi vida y que han construido la mujer que soy ahora.  

  1. Sobre mi malestar constante 

Ha sido interesante para mí leerme en este ejercicio de escritura de diarios, pues siempre he tenido una dificultad con volver a mí ―mirarme en un video, escuchar un audio con mi voz, leer cosas que he escrito, leer una carta que alguna vez me liberó de tanto dolor etc.―. Ahora que me leo soy más consciente de mi manera de escribir y de referirme a mí misma desde la negación; con un sentimiento de autodestrucción, de odio y repudio.  

En principio no fue grato leer que siempre estoy mal, con el alma rota y sin una fuerza ―así sea pequeña― para vivir la vida. Es extraño y me mueve bastante leer los primeros diarios porque no hay más que una mujer destrozada… una mujer que me hizo consciente de mi malestar constante.  

No obstante, en esos primeros ejercicios me doy la posibilidad de preguntarme cosas que al día de hoy han transformado y regenerado mi pensamiento:  

Y entonces pienso en la interseccionalidad: me parece importante que se piense la estructura de los poderes en relación a diversos elementos, como los son la raza, el género y la clase. No obstante, me pregunto si la interseccionalidad también tiene en cuenta como un factor importante el tema de salud mental.  

[…] En ese sentido, muchas veces, por no decir siempre, no me siento identificada y siento que no tengo poder sobre mí, me siento segregada, aislada y que no tengo nada que aportar en los espacios.  

Allí me pregunto si el tema de la salud mental es una de las categorías de análisis de la interseccionalidad en el feminismo y lo pregunto a partir de algo que plantea Mara Viveros sobre la misma, esto es, una «expresión utilizada para designar la perspectiva teórica y metodológica que busca dar cuenta de la percepción cruzada o imbricada de las relaciones de poder» (Viveros, p. 2). Dado lo anterior, mi pregunta surgió porque pienso en la salud mental como algo que también tiene trascendencia en las relaciones de poder, un ejemplo claro de ello es cuando en las escuelas, hogares y universidades no hay lugar para la emoción… las lágrimas y el dolor siempre reflejan debilidad y sumisión. 

Ahora bien, pensar sobre lo anterior fue fundamental para mí, ya que siempre me he sentido en una posición más vulnerable pero he querido ser más fuerte y más dura, sin embargo, en ese ejercicio de pensarme de otras maneras me he imaginado oprimiendo a otros.  

Recuerdo entonces que cuando era pequeña deseaba ser un hombre, un varón. De pronto porque pensaba que así sería más fuerte, controlada y estaría más segura en todo sentido. Quería entonces mandar a mis hermanos a hacer cosas… me parecía interesante tener ese poder sobre otras personas en mi casa. 

Pero ¿Por qué ese deseo de ser como aquellos que se imponían sobre mí? Sigo pensándolo… 

Incluso en mi adolescencia la idea de ser un varón me resultaba interesante, quería parecerme a esos niños que detestaba en el colegio, quería tener poder e influencia sobre alguna niña del salón. Ahora me parece absurda la idea y me hace sentir vergüenza. 

Es extraño reconocer que pensé ―o pienso― de este modo, pues hasta hace muy poco me di cuenta que yo también invalidé los sentimientos de otras personas, por ejemplo, el sentir de mi hermana. No sé si ver reflejada mi debilidad en ella me agobiaba y por ello tomaba distancia de su sentir. Pienso en esto a propósito de lo que nos planea Fanon en Piel negra, máscaras blancas. Al final yo hacía eso… desconocer mi identidad y violentar a otros.  

Este ejercicio de lectura feminista me ha dado la posibilidad de volver hacia mí y comprender que mi dolor constante se debe a múltiples violencias atravesadas en mi vientre. Pero hay que identificar dichas violencias para no reproducirlas, para crecer y para no lastimarme a mí misma.  

  1. Reconociendo y siendo con otras 

Teniendo en cuenta lo anterior, en este ejercicio por recorrer mi vida también soy consciente de lo ensimismada que soy ―o que fui―. Me leo y pienso que no hago más que hablar de mí, de mi rabia, de mi dolor y de mis vivencias, eso está bien y lo reconozco… porque ya no quiero seguir negando mi sentir. No obstante, a partir de este trabajo decidí no centrarme solo en mi dolor, ya que a lo largo de la historia muchas mujeres han luchado por los derechos que ahora tenemos y desconocer su caminar me parece injusto.  

Leyendo a Angela Davis me centré en la experiencia de unas mujeres de raza negra, mujeres guerreras y poderosas. Y aunque con algo de dolor en el pecho quise escribir un poema a esas mujeres que sufrieron y lucharon tanto para ser tenidas en cuenta como seres humanos. 

Mujer esclava 

Lamento que solo en texto pueda acercarme a tu dolor. 

Fuerte guerrera de cuerpo inquebrantable,  

Tus movimientos son poderosos  

Y tu energía inagotable. 

 

Lamento que solo en texto pueda acercarme a tu dolor. 

 

Con vergüenza y enojo se encuentra mi alma 

Por tanto sufrimiento calado en ti.  

Hoy hasta la tierra llora porque tomó tu sangre lastimada, 

Sangre que aunque pura y sabia, está cargada de injusticia.  

 

Lamento que solo en texto pueda acercarme a tu dolor. 

 

Espero la luna misma sane tus heridas  

Y te habite en cada paso. 

No más sangre de dolor 

Solo aquella que alimenta a la tierra  

Y de forma natural brota de tu útero. 

 

Lamento que solo en texto pueda acercarme a tu dolor 

 

 Eres mujer de admirar 

Tú: mujer negra. 

Mujer caliente. 

Mujer fuerte, bella y trabajadora. 

 

Lamento que solo en texto pueda acercarme a tu dolor 

 

Eres ejemplo de fortaleza. 

Tú: mujer esclava. 

Mujer de mil formas. 

Lamento que solo en texto pueda acercarme a tu dolor 

Te hicieron pedazos, te hicieron animal y te hicieron tristeza.  

Te azotaron, mutilaron, violaron, fragmentaron, rotularon… te hicieron tanto y al final no pudieron destruirte.  

Es importante para mí traer a colación todo el poema, pues es uno de los pocos ejercicios en los que escribo sobre otras mujeres y donde hago un trabajo consciente de sororidad con otras ―que aunque ya no están de la misma forma―. Pues aunque siempre he sido muy empática y sensible con otros seres nunca me puse en el lugar de otra sin pensar en mi propio dolor.  

Dado lo anterior, este seminario y el recorrido que hice por las lecturas para llegar a este punto ha sido uno de mis grandes logros. Es necesario que como mujer feminista reconozca las vivencias y dolor de otras para que desde mi saber ―o desde mi desfogue escritural― enuncie y de lugar a otras mujeres que aun perdiéndolo todo son un ejemplo infinito de total fortaleza. 

Para concluir este apartado, resalto el reconocimiento de otras mujeres porque sus experiencias nos enseñan día a día sobre la no repetición. Y aunque hoy en día la esclavitud no se vive ―por lo menos de la misma forma que hace unos siglos― es indispensable que como futuras docentes brindemos a nuestras estudiantes la posibilidad de reconocer a otras y conocer su historia, su transitar. De ese modo, podría haber un pequeño cambio… un cambio gradual en el que cada niña sea consciente de que no debe ser esclava de un varón para estar “realizada”.  

  1. Tejiendo a mis mujeres 

Retomando lo que expongo en el apartado anterior, este recorrido me ha llevado a transformar mi pensamiento, pero también mi sentir. Esto anterior, se ha dado básicamente por el reconocimiento de otras mujeres que han luchado a lo largo de la historia por el bien de la colectividad.  

Por otra parte, quiero manifestar que en este camino experimenté una reconciliación con las mujeres que me habitaron durante mucho tiempo y que aún hoy en día me han construido como el ser que soy. Pues al leer a Audre Lorde y a Patricia Hill Collins decidí que no voy a seguir bajo la misma lógica condescendiente de un círculo vicioso de puro sufrimiento, al final eso es lo que el patriarcado nos ha enseñado a las mujeres: a sentirnos siempre culpables, con un vacío en el pecho y una necesidad de ellos.  

Yo decidí no seguir alimentando el dolor sin sentido, sin reconstruirme porque como dice Lorde Las herramientas del amo nunca desmontarán la casa del amo y y Hill Collins: 

La auto-definición es clave para el empoderamiento individual y grupal y, por ello, ceder ese poder de autodefinición a otros grupos (no importa cuán bien intencionados sean o cuánto apoyo presten a las mujeres negras), en esencia, reproduce las jerarquías de poder existentes (pp. 122-123) 

Voy a empezar entonces mi propia autodefinición, sintiendo dolor para transformarme positivamente y no para destruirme como el patriarcado quiere. Voy a reconocer a aquellas mujeres de mi familia que me componen, porque ellas están y han estado en cada parte de mí y aunque no han tenido la posibilidad de estudiar o escribir, aquí estoy yo para escribir sobre nuestro saber… porque ellas me han enseñado y compartido todas sus experiencias. Ahora quiero retribuir ese saber dejándolo inscrito en el tiempo. 

Finalmente agradezco al pensamiento feminista negro por enseñarme que a partir de las experiencias individuales de las mujeres de mi hogar puede haber conocimiento enriquecedor, importante y necesario. Y cada una desde el saber que tiene podrá aportar al crecimiento de nuestra propia colectividad. 

Referencias 

Hill, Patricia. Rasgos distintivos del pensamiento feminista negro. En Jabardo (2012). 

Lorde, Audre. Las herramientas del amo nunca desarmarán la casa del amo. En: Moraga, Cherrie & Castillo, Ana (1988) Esta puente mi espalda, San Francisco: ISM Press. 

Viveros, M. (2016). La interseccionalidad: una aproximación situada a la dominación. Revista Debate Feminista (52), 1-17. 


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