viernes, 12 de febrero de 2021

Diarios, Daniela Jiménez

04/Febrero/2021

“Los otros”, siempre hemos sido “los otros”. No pertenecemos al norte imperial; ni a ningún otro lugar que no sea este sur que llevamos marcado desde nuestro nacimiento. Nuestra lengua, nuestros territorios, nuestra piel... todos ellos conforman nuestro ser latinoamericano.

Que grato es este espacio-tiempo en el que mi vida surge, que grata es esta colombianidad que me habita. No porque ella en sí misma sea especial, sino simplemente porque me constituye, me ha hecho quien soy, eso me hace amarle, y con ello, sus raíces, su historia y su gente que también es la mía.

La pregunta es ¿por qué este sentimiento de no pertenecer al norte imperial afecta tanto a los territorios latinoamericanos y a sus ciudadanos?. Es evidente que existe una constante búsqueda de nuestras naciones para ser parte del capital racial del que nos habla Segato; incluso dentro de nuestra cotidianidad vemos cómo cada uno de nosotros o de nuestros allegados pretende ser parte de esa “raza” hegemónica. Esa búsqueda nos lleva a rechazarnos entre nosotros mismos pretendiendo salir de la otredad que se nos ha impuesto imponiéndola sobre otras personas de quienes nos queremos sentir ajenos, pero no notamos que esa otredad sigue presente solo porque nosotros la seguimos practicando. Dicha otredad acabará cuando nos sintamos dueños de nosotros, apropiándonos de lo que somos, amándonos en nuestro ser, y así quizá poder aprender a ver nuestras diferencias con orgullo y no con vergüenza.

Que vivan las marcas de origen inscriptas en nuestros cuerpos. <3


10/Febrero/2021

¡Que difícil es ser! ¡que difícil es existir!. Que difícil es lidiar con nuestra mente, con nosotros mismos, con nuestras experiencias, con el medio, con la vida, como para que ahora también debamos preocuparnos por consideraciones estéticas; que si tu color de piel, que si tus formas físicas, que si esto, que si lo otro… ¿y para qué? ¿Para la aprobación masculina y social?

Estoy cansada, cansada de los cánones estéticos. Sí, soy una mujer blanca, alta y delgada ¿y qué? Para las personas que no destilan más sino odio soy pálida y plana, para los morbosos me vuelvo el centro de acoso ¿en dónde queda este yo interno que es más “yo” que mi “yo” físico? ¿Por qué no lo quieren ver?

Yo no he escogido estas características físicas que poseo; pero sí he escogido esta carrera que me gusta, he escogido sobreponerme a las adversidades, he escogido levantarme después de la caída, he escogido qué música quiero escuchar en la mañana, también el libro que compré ayer en la biblioteca… Todas esas pequeñas cosas que me componen me han hecho llegar hasta este punto de mi vida donde cada paso asertivo o fallido que he dado me ha hecho lo que soy, me han hecho esta Daniela. En el fondo, creo que todos sabemos y sentimos esto, pero entonces ¿por qué seguimos dándole paso a esa debilidad y ese gusto por lo físico, por qué juzgamos y esperamos tanto de ello? Si es que el alma mientras más pasa el tiempo se engrandece y el físico está en constante agotamiento, si es que esta calavera en potencia que soy no le hace justica a esta vida maravillosa que vivo.

Sin embargo, hay cosas que no podemos hacer; como luchar contra la corriente o en lo personal, yo me rindo. Simplemente me voy a ir, voy a dejar esa corriente. Mi psicólogo decía que lo malo no eran las cosas en sí sino como nos sentíamos con respecto a ellas. Quizá habrá que dejar de preocuparse por estas cosas y simplemente vivir sin más, ¿qué otra solución podría haber? Empero, deseo que algún día esta sociedad sea consciente de que ha llevado a personas a la bulimia, a la anorexia, a quirófanos e incluso al suicidio… que ha hecho que miles de personas –incluyéndome-, nos veamos en un rincón llorando porque no nos sentimos suficientes… Pero mientras eso pasa, habrá que fortalecer nuestra mente y amarnos a nosotros mismos, para así aprender a apreciar y respetar a los demás.


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